Los gallegos cuando votamos… tela

Último artículo, anticipo del libro que publicaré en diciembre que se titula ¿Cómo somos los gallegos?, depende

votaciones

Las elecciones en Galicia, en el medio rural, son muy distintas a las de una ciudad como Pontevedra, Ourense o Vigo. En estas ciudades, si por ejemplo hay una familia muy numerosa y va a votar, pongamos los Páramo, los Cobián, los Camarero o los Santaló… aunque sean cuatro millones, pues llegan a las urnas en plan goteo y ni te enteras. A primera hora de la mañana va uno, luego otro, dos más… por la tarde cinco… y así poco a poco. Que en vez de cuatro millones son diez millones, pues oye… como si son mil millones, ¡qué barbaridad! Ni te das cuenta, una organización tienen esos clanes, un orden…

Sin embargo en las aldeas…  en las aldeas no; en las aldeas, como eso de los comicios suele celebrarse en día festivo, entonces aprovechan para hacer una comida toda la parentela, y luego, yo no sé si el cabeza de familia dispara un tiro al aire o algo similar, llegan en tropel al colegio electoral y solo les falta descabalgar y decir: «¡¡¡Somos los Naveira!!!, ¡¡¡venimos a votar!!!, ¡¡¡¡a votarrrrr!!!!, ¡¡¡¡iuju, iujuiujuuuuuuu!!!!». Y tú, que estás allí frente a la urna… pues te preparas para la avalancha mientras piensas: «Menos mal, menos mal que aquí no hay pianista».

Así me ocurrió hace unos años en Oza dos Ríos, donde por esas cosas de la vida tuve que estar de vocal en un colegio electoral que era una caseta de obras en medio del monte, a la que llegué, todo hay que decirlo, en plan sherpa, con un frío que alucinas y con una linterna porque aún era de noche y no encontraba el lugar.

La ley electoral dice que hay diferentes cargos, y a mí me tocó ser lo más parecido a un arquitecto, cogía una regla y sobre un papel con no sé cuántos nombres tenía que seguir un renglón y comprobar si se correspondía con el que pronunciaba el presidente. Y así íbamos hasta que llegaron los Naveira.

El presidente cogía el DNI y decía: «Naveira Lavandeira, José», y yo contestaba, «sí», y luego, como una voz en off salida de otro mundo… «votó». Al poco rato…: «Naveira Lavandeira, Alberto», y yo, «sí», y otra vez, «votó». Y luego, Naveira Naveira, Raúl, y más tarde Lavandeira Lavandeira, Juana; Naveira Naveira, José Miguel; Lavandeira Naveira, María; Naveira Lavandeira, Juan; Lavandei… Yo te juro que a punto estuve de levantarme y suspender las votaciones por delitos contra natura porque a mí, a ojo, y solo a ojo, me salían como tres o cuatro incestos, dos no sé qué de abuelas con concuñados y un par de primos con primas que desconozco si existe alguna palabra técnica para clasificar tal desmadre.

De verdad que si me dejaran, en vez de llamar a la Junta Electoral de Zona, llamaba a un practicante y que hiciera in situ una prueba de ADN porque yo de matemáticas… lo justo; pero los Naveira y los Lavandeira tomados de dos en dos y haciendo combinaciones… aquello no me salía; no me salía en combinaciones, porque lo que era en permutaciones… en permutaciones… todas.

Otros artículos del libro:
Para negocios imposibles, los gallegos
El gallego y el «amor» por los animales
Esas curiosas reuniones que organizamos los gallegos
………

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Acerca de manuelguisande

Periodista, escritor, conferenciante y desarrollador de proyectos creativos
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2 respuestas a Los gallegos cuando votamos… tela

  1. René dijo:

    Hola Manuel, una medalla habria que darle a esas grandes familias que hay en los pueblos, eso claro que no sea una leyenda urbana lo que cuentas pues nos parece algo increible a estas alturas, que con tres hijos ya se es familia numerosa, para creernos que aun hay familias como la de la famosa película de la gran familia.
    Un saludo.

    • Hola René: DE leyenda urbana nada, una realidad como un templo, alucinas la de parientes y parientes que hay en una familia. Piensa que antiguamente se casaban casi entre primos, los de una aldea con los de al lado…

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