Vaya movida esa de la prejubilación (IV)

Lo de prejubilación es otro toque psicológico que te dan porque, digamos que te estan diciendo que ya vas apara mayor, no mucho, pero algo sí; como lo del médico cuando te dice que hay que andar por el tema de la circulación y tú te quedas sorprendido porque has entrado andando y no en silla de ruedas. Tú me entiendes

Bien, pues esto de la prejubilación o la jubilación empieza de muchas formas y acaba como siempre, con poco money para vivir. ¿Y cómo se inicia este proceso irreversible en el que subliminalmente te están diciendo que ya tienes una edad? Pues como casi todo en la vida, de casualidad; encuentras un amigo que te comenta que la va a pedir; que si le queda tantas pelas al mes y que con eso le llega, que casi mejor es solicitarla ahora porque igual cambian las leyes y puede ser peor…

Tú lo oyes como que no va contigo, como quien asiste a una clase de derecho administrativo o un curso acelerado del Imserso, con tan poco interés… Y así estás, escuchando por escuchar, cuando te suelta: ¿Y tú no la vas a pedir?, yo que tú la pediría. Y respondes: ¿Yo?, ¿Pedir yo la jubilación anticipada?; y hasta eres tan ingenuo que añades: ¿Por qué?, ¿Por qué la voy a pedir?

Vamos a ver; tú nunca fuiste un adelantado en esto del existir, que ya en el paritorio te encontraron algo raro, eso es evidente; pero que por qué va a ser, ¡hombre de Dios, por qué va a ser! Quizás porque en tu Dni dice que naciste en el 55, 56, 57 o en el 58 y tienes ya casi los 67 tacos, año arriba, año abajo… Tal vez porque tienes dos hijas que van a cumplir veinticinco… o a lo mejor es porque un día recibiste de tu empresa una insignia de oro por currar lo que no está escrito… ¿Te vale como pista o te hago la prueba del carbono 14?

Total, que no sabes muy bien cómo, pero un día te ves en la Seguridad Social con un papelillo con un número en la mano, una pantalla que lo canta, como si fuera el bingo, y frente a un funcionario o funcionaria.

Y aquí puede pasar de todo, que pienses como asesinar al pavo o pava que cobra del Estado o darle las gracias, porque te puede tocar el que te ayuda y se desvive por ti, pero como des con el que tu pensión parece que la paga él… lo tienes claro. Mira, yo no sé si hay un campeonato internacional, nacional o provincial de ser borde, pero si lo hay… que uno de la SS lo gana…, fijo.

Y qué distintos sois el titular del mostrador número 7 y tú, que como eres buena persona, te da ganas de animarlo y decirle: «mire, no se preocupe, que hay días, meses y años…, ¿le puedo ayudar? Conozco gente que está peor, sabe, porque…», pero también a la vez le ves el careto y que como que no va a ser una buena idea.

Pero este pensamiento de echarle una mano, de darle una alegría, se te va pronto, y entonces preguntas qué diferencia monetaria hay entre la jubilación anticipada y la ordinaria. Es preguntar eso y con una rapidez inusitada, el funcionario o funcionaria mete tus datos en el ordenado, saca de papel y te dice que son 150 euros.

Como ya has hecho cuentas en casa, pues que ves bien, que una pensión de, digamos, entre 1.200 o 1.500 euros, no está mal; pero entonces añade una frase que te destroza: «esto es aproximado». Y claro, ¿qué entiende el Estado por aproximado?, porque para ti, si la aproximación pasa de cien euracos, más los 150 por ser jubilación anticipada, ya nos vamos a los 250, que para un ministro esa diferencia le importa un bledo, con el pastón que gana, pero tú, que te sabes todos los precios del súper, pues que no es lo mismo, ¡¡qué va a ser!!

Y allí, sentado en la silla eléctrica, porque nadie me quita de la cabeza que está electrificada, ya que tanto nerviosismo natural es imposible, entonces dices que sí, que la vas a pedir y puntualizas «si no le importa», porque igual le importa, que esa cara no es normal.

Entonces el funcionario o funcionaria te entrega unos documentos para que rellenes y, cosas de la vida, lo primero que se te ocurre al verlo es por qué hay okupas con tantas casillas vacías, sí, casillas, que hay como para meter a media España dentro. Pero bueno, esto es fugaz.

Coges de boli y empiezas a escribir, pues como lo más normal: «ju», «bi», «la…»; y cuando ya vas por «jubila», como que te miras y te dices: ¿Pero soy yo?, ¿Soy yo el que está escribiendo jubila…?, ¿A que esta palabra termina en «ón»?

Y por mucho que la ves escrita no te lo crees, que no ¡¡¡que no te lo creeesss!!!; pero todo se aclara cuando después de firmar no sé cuántos documentos, te levantas, así como impetuoso y… ¡¡¡Ay, el lumbago!!, ¡¡El lumbagoooo!!! Sí, eres tú.

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Acerca de manuelguisande

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4 respuestas a Vaya movida esa de la prejubilación (IV)

  1. Anónimo dijo:

    Genial, gracias

  2. Anónimo dijo:

    Eres genial !!!

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