
Todos los años, o casi todos, las cabalgatas de Reyes tienen sus curiosidades; esos detalles que las hacen, digamos, un poco distintas, gajes típicos de Oriente, pero este año ha habido algunos muy curiosos.
En Oropesa del Mar iban los reyes tan felices en una zodiac cuando faltando unos diez metros para la playa, la embarcación volcó y allá se fueron al agua lo Magos, y aunque no les pasó nada, todavía hay dudas sobre qué ocurrió con los camellos y pajes, si se ahogaron o saben bucear de carallo, porque ni pista de ellos.
En Madrid, por lo visto, Gaspar ha sido, por su belleza, la atracción de las mujeres; sí, de las mujeres, no de las niñas y niños, no, de las con ya tienen unos añitos. Incluso alguna ha escrito en redes sociales: «ven a mi casa con o sin regalos que tienes los brazos abiertos», que supongo que lo de «brazos abiertos» es una figura literaria, que donde dice «brazos»… tú ya me entiendes, y no soy más explícito porque estoy escribiendo en horario infantil, exactamente son las 18.50 horas del 7 de enero del 2022.
Pues de todas estas situaciones, la más alucinante y surrealistas ocurrió hace unos años en un pueblo que ahora no recuerdo. El asunto fue que la cabalgata discurría por varias callejuelas; Melchor, Gaspar y Baltasar no tuvieron problemas en pasar, pero una carroza con la figura de Mickey Mouse no entraba, pero no porque fuera grande el armazón, no; lo que eran grandes, pero inmensas, eran las orejas del gilipolla ese del Mickey.
¿Qué hacer? ¿cómo solventar el problema? Si el muñeco se pudiera girar entraría con las orejas de canto, pero como no era el caso… no te lo pierdas, ¡¡¡le cortaron parte de las orejas!!!, como lo lees, ¡¡¡le cortaron las orejaaaas!!!, no una, ¡¡¡las dooos!!! como dos soles.
Vamos a ver. Yo soy un niño o una niña de cuatro o cinco años y veo en directo cómo a Espinete le cortan la nariz…. y tengo un trauma para toda la vida, que con esa edad te queda que ni te cuento; y si mi madre esta embarazada de mí y oigo lo que me imagino, no salgó ¡¡que diablos voy a salir!
Seguro que algún padre, al ver cómo le serraban las orejas, diría a sus hijos que no, que no le estaban haciendo nada, pero como estos chavalines se las aben todas, fijo que darían una patada al suelo y llorando dirían: «papá, tú eres bobo, ¡¡¡queque lelele cortaaaaron las orejasjajas!!!». Trauma Total II, en los mejores cines
Claro, hay situaciones que un padre no sabe muy bien qué hacer, si coger de hacha y arrancarle las orejas al alcalde, llevar directamente al chaval al psiquiatra y pedir descuento, porque un par de virus no hay quien se los quite, o admitir que eres bobo, que eso es lo más fácil; pero que vayas con tu niño o niña y ante los mismísimos Reyes Magos te digan que eres bobo… el hacha y a por el alcalde.
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