
Estaba estos días de una actividad frenética; es decir, tumbado en el sofá y con una preciosa mesita al lado, no por su estética, sino por su contenido: móvil, mando de la tele, zumo de naranja, paquete de tabaco, pastel de merengue… una maravilla.
Pues en ese estado de celeridad, de dinamismo eléctrico, primero pensé en Ómicron, y como lo resolví inmediatamente, todos infectados, cavilé en otras cosas más importantes que nos afectan, al menos a mí, y mucho.
Y así estaba cuando vi una mosca en casa. Me fijé en ella y vi como movía sus patitas sobre la cabeza; claro, esto, me hizo replantear mi existencia desde el punto de vista de homo sapiens y la primera pregunta que me asaltó fue: ¿mueve las patitas para lavarse la cabeza, para limpiarla? ¿Las mueve para rascarse? ¿es una forma de avisar a otras que se separen porque van a iniciar el vuelo?
Ante estas dudas vitales cavilé mientras con una cucharilla cogía un poco de merengue y encendía un cigarrillo, que en la vida siempre hay cosas que no se pueden dejar de lado, que lo primero es lo primero.
¿Las mueve para lavarse la cabeza?, no creo, aunque habría que ver su testa con un megamicroscopio por si hay una minúscula gotita de agua. ¿Las mueve para rascarse?, ya sería muy raro, pero muy raro, que siempre tuviera un granito en la cabeza, que rascarse se rasca… seguro, pero siempre en el mismo sitio… no es posible.
Ya solo me queda la tercera opción: ¿es una forma de avisar a otras que se separen porque va a iniciar el vuelo?, esto también sería muy extraño porque era la única mosca que hay en casa. Esto me llevo a dos cinclusiones de una rapìdez mental impropia de mí: o esta mosca es ciega o es tonta. Y tras esta conclusión… ¡ay, mi querido amigo!, descubrí algo vital, algo que puede cambiar el mundo de la Biología, de la Zoología y si me apuras de la Psiquiatría y del trayecto en bus de Cedeira a Ponteceso.
¿Cómo vas a saber la vida de la mosca, de la paloma torcaz o de la babosa Ninja de Borneo si no eres mosca, paloma o babosa, aunque baboso igual sí? Entonces me percaté que el conocimiento humano que tenemos sobre toda la bichería está basado en falsedades, en creencias, en opiniones, pero en nada científico, constatable, en nada en plan «yo cuando fui mosca…» o «yo cuando fui babosa».
Y claro, ahora, cuando veo un documental sobre animalejos, no me creo nada, pero nada de nada y es solo oirlos y ando con la mos… ¡oh, noooo! ¿¡¡¡qué hace la mosca detrás de la orejaaaaa!!!?
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