Los gallegos se encuentran con un ovni y hablan con los extraterrestres, pero…

A los gallegos ya no les sorprendía nada tras un año viajando por el cosmos y cuando vieron el ovni…

Parte de un capítulo del libro «Galicia, la última emigración cósmica. Libros de Manuel Guisande, Amazon

Galicia se había desprendido de España por causas desconocidas y estaban a 5.000 metros de altura yendo de un lado al otro por el cosmos, se había encontrado con unos suecos, todos de Ikea, que misteriosamente les pasaba lo mismo, pero ahora se encontraban con un onvi, era el primer encuentro de un ser humano con los extraterrestres, pero….

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Aún estaban absortos por la inesperada visita cuando ya a media noche, Fandiño el amarrador dijo que a lo lejos veía un objeto luminoso; Pasadena enfocó el visor y se trataba de un ovni, igualito al que había descrito Furelos. Tenía forma de mejillón, era de color rosa y se fue acercando hasta situarse frente al módulo lunar. Entonces Pasadena llamó a la Xunta para comunicarlo.

− Hola, son Pasadena.

−Diga, soy…

−Que un ovni está eiquí, frente a nós.

−¡¡¡Un ovni!!! ¿¿¿¡¡¡Seguro!!!???

−Home, o estou vendo… e están a baixar unha rampa.

−¡¡Voy a llamar al presidente, voy a llamar al presidenteee!!­

−Ti chama, oh, ti chama, total… non vexo que estes teñan prisa.

Por la pendiente descendieron lo más parecido a tres seres humanos: una especie de siluetas blancas, con una cabeza muy grande, similar a un melón, con dos ojillos pequeñitos, un cuerpo Buestilizado y unas piernas y brazos delgaditos que parecían de goma cuando los movían.

Buscando al presidente

Localizar a Eladio Varela no resultó fácil, ya que estaba de vacaciones. Normalmente, Varela, ya antes de ser nombrado presidente, iba a Castilla, donde tenía una tierra de cinco mil hectáreas en la que había plantado un frondoso pino, y debajo de él instalado una tienda de campaña de tela blanca, una mesa y una silla. Alrededor del árbol disponía de treinta bidones de agua para utilizar uno cada día del mes para ducharse, y otros tantos botellines de agua mineral para beber, y de lo único que se alimentaba era de comida envasada al vacío.

Hallar al presidente era de vital importancia y, después de diversas pesquisas, pudieron averiguar que las deseadas semanas de descanso, al no poder ir a Tierra de Campos, las estaba disfrutando encerrado en un hórreo en medio de una aldea de Os Ancares.

Inmediatamente, hasta allí se dirigió un coche oficial y cinco mil asesores, muchos de los cuales llegaron con pequeñas heridas en piernas, brazos y manos al rozarse con los toxos, y nada más comentarle la noticia del platillo volante y los alienígenas, decidió que no había tiempo para ir a San Caetano y que el mando único se establecería en el propio hórreo que ocupaba, por lo que su familia se trasladó a un alpendre.

No es que la caseta fuera mucho más cómoda, pero al menos su mujer y sus hijos podían entretenerse jugando con los gatos y gallinas y, sobre todo, estirar las piernas, lo que alegró a la esposa de Eladio, que en las rodillas empezaba a sentir síntomas de rigidez y agarrotamiento de tanto encogerlas en el estrecho habitáculo tradicional para guardar el maíz.

El hórreo, aunque exteriormente mantenía su típica estructura, su interior fue reformado totalmente adaptándolo a un improvisado despacho, con una mesa hecha con unas tablas de castaño, una silla de madera a la que le pusieron un cojín y, en la parte superior, en el tejadillo, donde estaba la cruz, le añadieron una superantena parabólica para captar la señal de Fisterra.

Todo quedó a la perfección como emplazamiento base, los paisanos de la zona ayudaron en todos los trabajos y por su colaboración, como les hacía ilusión, para darles una alegría a sus nietos, unos técnicos les crearon correos electrónicos a cada uno de ellos, con direcciones como filladopeixe@gmail.com pepón@yahoo.es panadeiro@hotmail.com, que repetían todos los días para no olvidarse.

El momento del contacto

Después de que Varela dispusiera de una línea directa con Pasadena, para lo que hubo que allanar, no sin esfuerzo y a una velocidad récord, cuatro montes para que la señal llegara nítida, este explicó al presidente que la situación era la siguiente: un ovni se había parado frente al módulo lunar, diez extraterrestres habían bajado por una rampa y todo indicaba que estaban a la espera de que alguno de su equipo se acercara a ellos.

El problema no era quién realizaría el contacto, sino que todos querían ser los primeros en comunicarse con ellos. Pepe Xirelo, el patrón de A Nosa Señora da Candelaria, alegaba que nadie mejor que él para tal cometido, ya que podría conocer los sistemas que utilizaban para navegar y así mejorar los del módulo lunar y hacerlo más eficiente para retornar a España.

Lito, por su parte, decía que si no fuera por él, que sa­bí­a inglés y que fue el primero que habló con su amigo Antucho, el de la NASA, ya estarían todos en el otro mundo «e nin extraterrestres nin ostias en vinajre».

Suso el redeiro optaba por una acción que todos consideraron violenta, aunque no mucho, cual era que, en un momento de despiste, atraparlos con una red; pero cuando Suso explicó que luego los metería en unas jaulas utilizando pinchos, fue descartado por todos con un «¡¡sal de aí, animal, inda queres que te caneen.. !!».

De alguna forma, complicada, pero forma al fin y al cabo, quien más puntos tenía era Lola, que decía que, debido a que era mujer, serían más condescendientes y la tratarían mejor en caso de que las cosas se torcieran y, además, que «ao mellor me quedo embarazada dun deles, teño un fillo e, como son listos a rabiar, cando o neno sexa un pouco maior xa nos din como baixar a España».  «Claro -dijo Pepe Xirelo, que para lo poco que hablaba era mejor que estuviera callado-, pero ijual te sale tonto coma a banda esa que tes de sete rapaces e facemos un nejosio de moito carallo: parvo, alieníxena e sen entendelo».

Lola a punto estuvo de arrearle una bofetada, pero gracias a la pronta intervención de Pasadena, que la cogió del brazo, el asunto no fue a mayores, y entonces dijo que el más preparado era él, que era quien dirigía el módulo lunar y que, además, tenía hilo directo con el presidente de la Xunta y que se trataba de una cuestión de Estado. Todos callaron y Pasadena se encaminó con paso lento hacia los extraterrestres, llevando en el oído un auricular con un microchip a través del cual Eladio Varela podía escuchar lo que decía y contarle lo que veía.

El momento era de máxima tensión. Pepe Xirelo, Suso, Fandiño, el maderero de Monterroso, Lito y Lola se mor­dían las uñas; Eladio, al teléfono, estaba a la espera, y unos treinta mil funcionarios de la Xunta fueron en peregrinación a rezar al Apóstol, y hasta la curia prohibió que ese día no se pusiera en funcionamiento el botafumeiro.

La medida fue adoptada por temor a que en un acto de desesperación, si todo salía mal, alguien se liara la manta a la cabeza y se arrojara contra el artefacto volador, alegando que limpiar de sangre el repujado era muy complejo y costoso. Sin embargo, para este menester, el arzobispado habilitó una zona de suicidios en una nave lateral, para que, si alguien lo deseaba, lo hiciera en la intimidad y no a lo bruto a la vista de todos. Incluso encargó hacer una portezuela en un lateral, hacia un arbotante, ya que la palabra arbotante iba más en consonancia con lo de tirarse e ir rebotando por las paredes de la catedral hasta caer al suelo, detalle que todos agradecieron.

La primera frase con los alienígenas

Pero no era el momento de preocuparse de que alguien quisiera descerebrarse, ya que por una línea interna todos estaban pendientes de lo que ocurría. Y lo que sucedió fue que, cuando Pasadena llegó ante los diez melones, como les empezaron a llamar, estos se separaron en dos grupos de cinco formando una fila en dirección a la rampa, dándole a entender que entrase, lo que hizo mientras  con un cigarrillo en la boca les dijo: «¿Pódese fumar?».

Eladio, al oír la frase, se tranquilizó un poco al comprobar que Pasadena estaba sereno y que las cosas parecían ir bien, pero también pensó que, para un primer contacto de humano con un ser de otro planeta, empezar con un «¿pódese fumar?» y que la frase no se podía borrar porque todo estaba grabado como prueba para la posteridad… pues un cierto bajón sí le dio.

Él prefería algo así como «somos gallegos y somos gente de paz» o incluso «somos galegos ¿e ti de que ves sendo?», que no es que fuera la maravilla de las presentaciones, pero un «¿pódese fumar?… ».  Claro que inmediatamente se repuso pensando que casi era mejor que hubiera comenzado así y no con un «cajoendiós», tan habitual en él.

En segundos, y con la adrenalina por las nubes, a Eladio hasta le dio tiempo a pensar si esa frase de Pasadena podría sentar mal a los alienígenas y que lo consideraran un maleducado, pero también caviló en qué iban a saber ahora los extraterrestres de urbanidad y buenos modales en la Tierra, lo que zanjó con un «bo…» y se quedó como más calmado, no mucho, pero algo más, sí.

Dentro del platillo volante, Pasadena comprobó que todo era de color rosa, con diversas tonalidades, y que no había materiales conocidos como la madera, el plástico, el mármol o el acero…, solamente distintas intensidades luminosas en varias partes de la nave: un rosa fuerte, uno pálido, otro tan clarito que casi era blanco…

Los alienígenas se sentaron haciendo una media luna como si hubiese una mesa delante, pero no había ni sillas ni mesa, sino que permanecían inmóviles en el vacío. Pasadena pensó en colocarse como ellos e, inmediatamente, estaba en el aire también sentado; luego pensó en acercarse a una zona de color rosa intenso y, de repente, se encontró frente a ella; después en otra más clarita y, nuevamente, ante ella. Entonces, se percató de que todo funcionaba mentalmente, por lo que imaginó dar dos volteretas en el aire y… ¡¡alehop!!, Pasadena, como si fuera un trapecista, dio dos impresionantes cabriolas tal y como las había calculado.

Alienígenas extrañados

Los extraños seres con cabeza de melón no decían nada, se miraban unos a otros a la espera de que se sentara, pero Pasadena le tomó tal gusto al asunto de las piruetas que dio doce seguidas, luego hizo el pino, y después se mantuvo estirado en el aire apoyando la mano en la barbilla como si fuera el protagonista de un anuncio de crema solar en El Caribe.

Ni entonces, ni incluso ahora, se sabe lo que piensa un extraterrestre, pero casi seguro que si de alguna forma se pudiera interpretar lo que cavilaban, era que Pasadena, si no era un merluzo, poco le faltaba porque tener esa oportunidad de hablar con un, quizás, antepasado muy lejano, y en vez de hacerlo, dar saltos y más saltos…, pero o los alienígenas eran unos santos o estaban hechos a todo porque paciencia tenían un rato largo mientras Pasadena se lo pasaba en grande rebotando por la nave como si fuera una pelota.

Cansado de tantas volteretas, pensó en sentarse frente a ellos y ¡¡zas!!, ya estaba. Los melones hicieron como un dibujo sobre la mesa inexistente, que consistía en un circulito rosa y otros más alejados; quizás querían decir de dónde venían, y Pasadena los miró fijamente dándoles a entender psíquicamente que iba a hablar con alguien. Para entonces, a Pasadena le pareció que la silueta de los melones, en vez de ser blanquecina, adquiría otro color, como tirando a gris, y creyó por un momento, pero un momento gallego, o sea, que no creyó nada, que igual se habían enfadado, pero rápidamente esa idea se le pasó, encendió otro cigarrillo y se dijo, «era boa».

− ¿Eladio?

− ¡¡Cuenta, Pasadena, cuenta, cuenta!! –respondió muy nervioso el presidente.

−Todo ben, moi ben, acaban de facer unos circuliños e supoño que é onde estamos e de onde veñen.

− ¿Pero te entienden al hablar?

−Home, non che sei, porque eiquí todo é mentalmente, supoño que sí.

−Píntales una paloma de la paz, para que vean que somos gente de bien, que no les queremos hacer daño, que somos sus amigos.

−É que eu non sei dibuxar unha paloma.

−Pero si es como una uve, como una gaviota…

−Xa, pero ijual me sae outra cousa e a liamos.

−Que no, hombre, que no,

− ¡¡Ó carallo vintenove!! Déixate de javiotas; a ver si van entender que a uve é unha uve de victoria, que lles vamos a conquistar, e se monta unha…

El equipo de Pasadena observó que la parte superior del platillo volante se cerraba, se elevaba unos cien metros y de repente, ¡ssshiuunnnn!, desaparecía ante sus ojos. Todos se quedaron pasmados, se miraron entre sí hasta que Pepe Xirelo, que tenía esa virtud de decir lo que no debía, murmuró: «¿Iste?, iste xa non volve»; pero no lo dijo con angustia, ni con desesperanza y ni tan siquiera con una cierta tristeza o melancolía, sino con una naturalidad… como si Pasadena hubiera cogido el Feve Ferrol-Viveiro, un saber estar…

Fandiño el amarrador también concluyó que no lo volverían a ver; igual que Suso el redeiro, el maderero de Monterroso y Lito; pero todo cambió cuando, tras oír a cada uno un comentario, cada cual más pesimista, Lola se remangó, se agarró el mandilón, respiró profundo y con los brazos cruzados dijo: «Malo será». Fue decir Lola «malo será» y después todos ellos a la vez, como si formaran parte del coro de los niños cantores de Viena, cuando sus rostros cambiaron de repente, comenzaron a sonreír y se sentaron en unas piedras. Fue tal la espontaneidad con que la dijeron, que segundos después, convencidos de que Pasadena regresaría, Lola ya hablaba de otra cosa.

−Eu pártome, pero é malo como un demo, enjaña á súa muller coa asistenta, e logo coa…

−Pero, Lola, ¿de qué estás a falar?

−Dunha serie, ¡oh!, dunha serie de televisión que se chama non sei qué de amor de… non sei qué, pero te é… ¡Ay como te é!!

−Home, Lola, que non é momento, non te é, que acaba de irse un amijo polos aires−le respondió el maderero de Monterroso.

− ¡¡Arreó!! pero si vai volver, vai volver; che dijo que volve, que volve−gritaba Lola riéndose.

−Xa, pero ao mellor…

− ¡¡Cajo no Dios bendito!! pero si vai volver, ¡¡¡vai volveeerrrrr!!!. Mira, ¡¡xa non conto nada!! −contestó Lola medio arrebatada.

Pero el enfado fue tan como que no, pues a los dos minutos… «E cando cheja a sobriña, tamén lle bota unha mirada…, é que che é… Moita jracia me fai, moita moita». Y después de contar historias y más historias de la serie, Lola hizo un alto para decir: «¿Oes, non notades que as pitas non comen como antes?», para luego…: «Vin a Rosa, a filla de Chelo, te está moi mal; moi mal moi mal; non creo que che pase outro inverno».

Y en tanto Lola no paraba de hablar y todos la escuchaban o hacían que la escuchaban, Pasadena estaba viviendo una experiencia alucinante. En el platillo volante, los melones se colocaron frente al área rosa tirando a blanco, hasta que poco a poco esa tenue capa fue desapareciendo para ver, con una gran nitidez, otros objetos de diferentes formas y colores que iban de un lado a otro por el espacio. Pasadena soltó entonces un «cajoenrós», pero o los alienígenas no entendían el gallego o si lo entendían les daba lo mismo, porque ni caso, ni se inmutaron, mientras con sus cabezas pegadas al ventanal observaban el firmamento.

Viaje por el cosmos en el ovni

A una velocidad tres veces superior a la de la luz, el ovni pasaba en vuelo rasante por todos los países europeos para luego adentrarse en los asiáticos y después en los africanos, en los de Oceanía y en los americanos; pero ocurría algo muy curioso. Aunque el paso por cada nación no duraba más de cuatro o cinco segundos, todo lo que formaba parte de los conocimientos de sus gentes, los melones lo aprendían al instante, incluso cualquier documentación o investigación, aunque fueran secretos de Estado.

Desde cuentos infantiles hasta fórmulas matemáticas de la física cuántica o teorías sobre la ingravidez o experimentos…, todo el saber de los terrícolas era succionado, y a Pasadena le ocurría lo mismo y, además, lo entendía todo. Pudo darse cuenta de que el planeta Tierra era como una minúscula partícula de una estrella, y que esa estrella era, a su vez, una ínfima parte de una galaxia, y esta de otras y así hasta el infinito.

Era todo tan increíble que, cuando pasaron por Egipto, comprendió perfectamente cómo se construyeron las pi­rámides, y en Perú para qué servían las líneas de Nazca, que al verlas le salió del alma: «¡Ah!, era para iso…, mira que non escoitei parvadas». Lo mismo le sucedió con el misterio del triángulo de las Bermudas, al igual que con la desaparición de la cultura maya o las piedras megalíticas de Stonehenge.

Sin embargo, no pudo menos que decir «arrecarallo» cuando descubrió que el Santo Grial se encontraba entre Chantada y Ourense, exactamente en el lugar de Soilán, en A Cova do Sabiñao, y al saberlo comentó para sí mismo: «Anda que non che levan un lote de anos buscándoo». Era tal la cantidad de información que recibía y analizaba su cerebro, que llegó un momento en el que Pasadena, y lo tenía al alcance con solo pensar en ello, ni le importó quién había matado a JFK, era tanto el saber…

Después de diez horas surcando estrellas y galaxias, el ovni se detuvo frente al módulo lunar, en el mismo lugar, pero exactamente en el mismo donde estaban el maderero de Monterroso, Suso, Pepe Xirelo, Lito, Fandiño y Lola, que al verlo dijo: «Mira que educadiños, que non nos despertaron…, si hasta o deixaron no mismiño, no mismiño lujar onde o colleron…,  mellor co bus do Calpita», y, nada más comentarlo, bajó Pasadena.

Todos se acercaron a él, pero ni le abrazaron, era tal la seguridad de que regresaría, que Pepe Xirelo le preguntó entusiasmado: «¿E hai mozas, conta conta, as viches, as viches?», pero Pasadena les explicó que, antes de comentar cualquier cosa, tenía que hablar con Eladio Varela, que era el presidente de la Xunta y a él debía darle la primera información. ¿Tenía Pasadena algún mensaje especial de los alienígenas para el máximo mandatario gallego?, ¿quizás para el presidente del Gobierno de España?, ¿tal vez para todos los habitantes del planeta o es que Pasadena solamente quería hacerse el importante? Pronto se sabría.

Capítulo anteriores

Los gallegos reciben una visita inesperada en su viaje por el cosmos

El módulo lunar anclado en Fisterra, el cabreo del piloto y los aerostatos

Amancio Ortega, los bañadores y el tabaco.

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Acerca de manuelguisande

Periodista, escritor, conferenciante y desarrollador de proyectos creativos
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3 respuestas a Los gallegos se encuentran con un ovni y hablan con los extraterrestres, pero…

  1. Daniel dijo:

    Manuel en Galicia es donde hay más extraterrestres por Kilómetro cuadrado, parece mentira que no te percatases de ello después de vivir unos años en el rural gallego.
    Saludos.
    😂😂😂

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