Quienes me leéis sabéis que he publicado relatos, novelas, cuentos infantiles, poesías, guiones de teatro… menos picar en la N-VI, lo que sea; y ya pensaba yo que no me quedaban así muchas cosas y estaba un tanto frustrado (porque no me gusta repetir géneros literarios) cuando de repente descubrí las biografías.
No mi autobiografía (que mi vida no me interesa a mí y menos creo que a vosotros, y hacéis bien) sino la vida de otra persona. Pues estos días ando con una de un terrateniente hondureño, aunque también hay que decir que toda persona tiene una historia que contar, salvo, claro está, que te hayas pasado tu existencia yendo de casa al súper y del súper a casa, que como no cuente cómo evolucionó la mandarina en cincuenta años… pues tema tema, no le veo.
Lo de las biografías es flipante, bien sea de una persona que ha fallecido o que esté viva; te empiezan a dar datos y datos, fechas y fechas, haces cientos de preguntas y, al final, terminas sabiendo absolutamente todo de ella y cogiéndole cariño, como si fueras de su familia, aunque con la que tengo me llega y me sobra, si te contara… y no me digas tú, que seguro que estás en las mismas, que te conozco bacalao.
En esto de escribir sobre otra persona, si el personaje está vivo es más sencillo; pero si ha fallecido (como es el caso del terrateniente hondureño), necesitas ver muchas fotos, mirarle a los ojos, ver lo que rodea la fotografía, con quién, cómo y dónde está, y si tiene vídeos… mejor. Toda información es válida.
Claro que esto de las biografía, al menos en mi caso, tiene que cumplir una condición indispensable, que me sienta identificado con el personaje, porque si no, no puedo transmitir su dimensión, que es fundamental, y si no lo consigues… la biografía no sirve para nada.
Para eso hay cientos de empresas, aunque su método de trabajo no va conmigo; a estas le da los mismo que el personaje sea un leñador que un tornero fresador, con tal de cobrar… lo que sea. Unas suelen hacer unas cuatro entrevistas, de una hora cada una, y ya con esa información les vale y, otras, te piden una cinta grabada de varias horas y, en función de ella, hacen la biografía. Vamos, un desastre.
En fin, queridos amigos, aparte de desearos Feliz Navidad, pues eso, que por fortuna he descubierto una nueva vía de entretenimiento, en este caso, profunda, honda, mucho, como te diría yo… hondureña.