Mira que se ha buscado a través de los siglos y siglos como hacer feliz a la gente, como conseguir que si no ría, al menos que sonría y darle un momento de felicidad, aunque sea solo un instante.
Pues ayer, sentado en las escaleras de un atrio de una iglesia (ya ves tú lo que es la vida) lo descubrí, y quién me iba a decir a mí que para ello solo se necesita un autobús; sí, un autocar, nada más, así de sencillo: un vehículo de esos largos de cuatro ruedas en el que todo el personal va como en pandilla pero que por los caretos que ves, como que no.
¿Que cómo me di cuenta de este hallazgo, que como otros, han cambiado mi vida, mi existencia? Pues muy de mañana, sin estar seguro de si me hallaba durmiendo o despierto, como medio ido pero como que a la vez había vuelto, fijándome en nada pero como que en todo; en ese estado que no es estado ni nación ni país ni ná, en un yo que sé que no sé yo, y que si estoy pero para qué estoy… vamos, confuso, en una palabra, que ya la podía haber dicho antes, verdad… pues ahí me di cuenta.
Mira, tú eres busero, estás en la parada, pones la primera, arrancas, no recorres ni tan siquiera un metro, ves a alguien que se acerca corriendo, que te hace señas de que pares, frenas, abres esas puertas que hacen fisssshhhh y… ¡¡¡¡ alucinante !!!! una sonrisa ves en la persona que entra… pero una sonrisa y una dentadura… ¡¡¡¡ Dios que sonrisa !!!! ¡¡¡ Dios si pilla un churrasco !!!!
Es tal la satisfacción, el éxtasis, el agobio que se quita de encima cuando el busero para y sube… es de tal magnitud la alegría que se lleva, que yo, por ver contentos a los demás, estoy por hacerme busero y si tengo que salir de la parada, por ejemplo a las 14.15, pues de las 14.00 a 14.15 me paso todo el rato haciendo amagos de que arranco, que con tal de ver a la gente alegre… lo que sea.
Y fíjate si haces feliz al personal, que me da, porque me da, que si comento el tema a todos los que ya están en el autobús, pues que se empatan, que no salimos y que somos capaces de pasarnos pues tres o cuatro años todos allí juntitos y tan a gusto viendo sonreír a los que van subiendo.
Mira que parecía complicado esto de hacer feliz a los demás, mira que le han dado vueltas desde hace siglos sobre cómo conseguirlo; y si te soy sincero, pensar que era tan sencillo, nunca tal pensé, ay no no, como te lo cuento.
LIBROS DE MANUEL GUISANDE
Rodribico (Edi Baia. Colección de 5 cuentos infantiles, castellano, portugués y gallego) Al fondo a la derecha (Edi. Cumio. Artículos, más otros del blog) y En tu línea (Edi Cumio)
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lo cierto es que al final del viaje estara cansado extresado estropeado por tantos frenazos que le distes al bus y su sonrisa solo sera un recuerdo en la mente de tan alocado conductor que por cierto se ganara unas cuantas mentadas de menta y unas naranjadas de naranja cuando se baje del bus te ara la señal de costumbre esa que se hace con el dedo medio . saludos manuel dedicate a escribir y deja que los choferes hagan su trabajo
Hola José: Si todos los días hace eso, haces feliz a unas 10 personas, multiplícalo por las veces que estas en la para, por un año y te sale… pues un país sonriendo 😉
Imaginación al poder!!!!
Hola José: Un poquillo sí, pero no mucho poder que trastorna, ya ves como están quienes nos gobiernan 😉
Haber Manuel, que está muy bien eso de hacer feliz a la gente esperando a todos, pero luego que están dentro se vuelven personas normales y lo que quieren es que arranques y llegues rapidito, que ya van tarde a donde sea y la sonrisa se vuelve cara de circunstancias cuando esperas al siguiente, ya si sigues esperando lo más probable es que empiecen a decirte de todo menos simpático y divertido.
Las personas queremos que se nos trate bien, pero a los demás no importa…
La gente va ocupada consigo misma y ya ni siquiera nos queda la educación de decirle buenos dias al conductor, que lleva un montón de horas en el autobús y algunos aun se paran a esperar a alguien. Si además nos fijamos en los que van sentados y los que van de pie, es un penoso espectáculo. Yo de chaval iva mucho en bus, normalmente ya no me sentaba para que personas mayores encontraran un sitio libre y si estaba cansado y me sentaba, me faltava tiempo para levantarme si subía alguien mayor. Hoy los asientos están ocupados por los chavales y los mayores van de pie. No se que les hemos enseñado pero damos mucha, mucha pena.
Menos mal que el amigo Guisande siempre se para, nos espera y nos cuenta algo que nos alegra el día.
Un saludo.
Hola René: Pero solo es el tiempo que tienes que estar en la parada, cuando vas de un pueblo a otro, unos 10 minutos 😉 El otro tema de la gente joven es nuestra culpa, los hemos maleducados, hay una cantidad de chavales que parecen inútiles… penoso
No creo que nuestro amigo Guisande coja muchos buses, que para ,espera y nos alegra el día, de eso ni la menor duda.Particularmente solo hago uso del Bus en Madrid . Los conductores «educados», el personal «correcto. Y si de alguna manera he aprendido a ubicarme en la capital, gracias al Bus. Ojala aparcaramos el coche , se proyectaría mas Alegria. Un saludo!.
Hola Tatia: Pues sí que cojo muchos autobuses; me cansé de conducir mirando a ver si voy a 50 o a 60 o a 63,5. En el autobús saco de papel, escribo alguna nota o simplemente miro el paisaje. A este paso no vuelvo a coger un coche.