Unas vacaciones peligrosas

(Y que tal un pequeño relato que no sea de humor, así como… distinto, para este finde, que hace un tiempo…)

Me insinuó que deseaba viajar y tras unos minutos dijo que se iba a Europa. Luego, al poco tiempo, cambió de idea y comentó que para casi un mes de vacaciones lo mejor era Egipto o tal vez Australia, o quizás Rusia.

No sé que me estaba contando de los desiertos, de parajes en los que solo había palmeras y pirámides, cuando me harté de oírle. Es cierto que suelo cansarme pronto, pero además ese día no tenía yo la mente como para escuchar cada dos minutos improvisaciones y más improvisaciones.

Un poco furioso, después de romper varios artículos a los que no encontraba sentido, le dije que se fuera a Europa. Le comenté que Europa es un continente con historia, con tradiciones y, lo más importante, que yo era el que escribía y que no le dejaba ir a otro sitio.

No le agradó mi decisión, se quedó callado, cogió la maleta y vi cómo salía por el lado derecho del folio tras haberle dado doce líneas de vacaciones.

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Regresó una noche oscura, sorprendiéndome cuando estaba escribiendo un relato fantasmagórico en el que una mujer desaparecía cada vez que se acostaba en su lecho y luego tomaba vida en otra casa en forma de araña.

Pensaba que su vuelta tenía que producirse dentro de dos días, pero ya habían pasado los doce que le había concedido. Apareció poco a poco por el lado izquierdo del folio. Estaba muy moreno. Llevaba puestos unos pantalones cortos de flores, un sombrero de fieltro negro y la bandera inglesa atada al cuello, a modo de bufanda.

Me hizo gracia verle con aquellos atuendos. Parecía un forofo de esos que llenan los campos de fútbol británicos cuando juegan el Notingham Forest contra el Arsenal. Me extrañó, para que quedara totalmente caracterizado como un auténtico hoolligan, que no apestara a cerveza y que no llevara bajo la chaqueta de cuero unas piedras o una barra de hierro con la que enfrentarse a los hinchas rivales.

Se alegró de verme y yo, he de reconocerlo, esbocé‚ una sonrisa al comprobar que todavía estaba vivo y que no le había ocurrido nada en lo que me pareció un larguísimo viaje. Hice intención de levantarme, incluso moví algo la silla, pero me dijo que no hacía falta, que entre amigos sobran los cumplidos y que prosiguiera el relato que estaba escribiendo. Había olvidado la discusión que habíamos tenido el día de su partida y eso me agradó porque es triste tener un amigo rencoroso.

Le pregunté por España y entonces empezó a hablar de Inglaterra, de Alemania y de Bélgica. Se le notaba que tenía una gran necesidad de contar las experiencias que había vivido durante las vacaciones. Resultaba curioso oírle. De un país iba a otro, de una ciudad a otra y daba unos tremendos saltos geográficos. Mientras hablaba, mentalmente iba trazando unas líneas imaginarias sobre el mapa de Europa. Había unido varios puntos y parecía un dibujo de Picasso o tal vez de Miró. Él seguía hablando y yo continuaba haciendo dibujos en el aire, tratando de hallarle una lógica a la serie de puntos que mi mente iba uniendo con líneas inexistentes.

Desperté de aquél pequeño letargo y le insistí en que me contara algo de España. Me dijo que había conocido a una andaluza, muy morena, de pelo negro, con la que había estado cuatro días conviviendo. Quiso demostrarme que había aprendido algo de castellano y sin más me soltó una curiosa frase: «Yo zó er mejó der mundo».

Me reí y  él se quedó mirándome a los ojos. Le dije que eso no era castellano, que en español la frase que había dicho era «Yo soy el mejor del mundo». Se la repetí varias veces y quise hacerle entender que la forma en la que la había aprendido era un uso incorrecto que hacen los andaluces del castellano. Negó con la cabeza afirmando que en Sevilla, donde había estado, todos decían la frase de la misma forma. Luego habló de Grecia, de Suiza…

Llevábamos conversando más de una hora y noté que estaba cansado. Le insinué que si deseaba podía acostarse, que yo seguiría con el relato de la mujer que se metía en la cama y aparecía en otra casa en forma de araña. Miró por la ventana y gritó: «¡¡¡No puedo hacer nada, tú me dominas!!!». Se tiró al suelo. Por un momento no supe reaccionar. Hice un esfuerzo mental y logré dominarlo nuevamente. «Casi dos semanas de vacaciones fue mucho tiempo», pensé. Desde entonces decidí no dar más de cuatro líneas a mis personajes.
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Acerca de manuelguisande

Periodista, escritor, conferenciante y desarrollador de proyectos creativos
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18 respuestas a Unas vacaciones peligrosas

  1. Antonio dijo:

    Prueba a darle un folio entero, a cambio exígele que suba hasta las oficinas de Eolo y logre un mejor contrato con el departamento de meteorología, porque si sigue lloviendo así creo qu… glup glup glup glup

  2. René dijo:

    Te has parado en lo más interesante, cuando ya me metía en la trama y empezaba a disfrutar de la historia, mejor dale una novela entera y te prometo hacer cola para comprarla.
    Tu anímate, que la historia promete mucho y a ti imaginación para escribirla no te falta.
    Un saludo.

    René

    • Hola René: Era solo un relato corto, como los personajes (ideas) estan en tu cabeza, los dejas ir y vuelven pero a veces… los dejas demasiado tiempo y se mosquean 😉 yo creo que nmo quieren que los qjuites de su mundo porque es normal, están con otras ideas más interesantes los secuestras para ponerlos en un papel… si yo lo comprendo ¿Una novela?, pero es trabajo y yo… 😉 Un abrazo

  3. Montse García dijo:

    Me encantó. Es lo único que puedo decir. ¡Ah, si!… y que me quedé con ganas de más.

  4. Angeles dijo:

    A mí me pasa como a Montse, quiero más, jajaja.
    En serio, me ha encantado y como sigue lloviendo igual tenemos más… relatos. 😉

    • Hola Angeles: Pues me acaban de decir que va a parar de llover 😉 😉 ;), pero seguro que algo se me ocurrirá para otro día que llueva tanto como hoy. Es que es mucho escribir…. o como dice mi vecina «hai que traballarrr» ;), gracias por tu comentario, que siempre anima

  5. concha dijo:

    😀 ¡Qué llueva, que llueva!

    • Hola Concha: Que llueva que llueva y yo a una cueva; pero la verdad es que quienes comentáis en el blog habitualmente, estoy por hacer uno solo para vosotros, que me conozco, que me entra un punto y lo hago 🙂

      • Angeles dijo:

        Pues ya sabes… nosotros estamos aquí para leer y como el día de hoy parece peor que el de ayer… ánimo y ponte a ello. Como me gusta que llueva!! (esto si lo lee Antonio me va a llamar la antención, que lo sé yo).
        Un Biquiño!

      • Hola Angeles: ¿por que te va a llamar la antención?..bo ¿recibiste el regalo en tu correo? espero que sí Muac

  6. concha dijo:

    Ya estas tardando… ;D

  7. Angeles dijo:

    Si señor, recibido y leído, comentaré en su día. 🙂 Gracias.
    Mais biquiños!.

  8. Marta Abella dijo:

    Hola Manuel. Me parece que arrancas con un personaje formidable. Lo que ocurre es, que cuando no sabes que hacer con el lo mandas de vacaciones, y ya está, asunto resuelto. Mientras tanto formas dibujos en el aire esperando a poder dar forma a tu historia y en ella se encuentra una mujer que se convierte en araña…sigue por ahí. Cuéntanos que le ocurre a ella, y mientras tanto que le ocurre al escritor. ¿Será este superado por tan interesantes personajes? Siempre puedes echarlos por la ventana o como ocurre casi siempre, cuando el escritor no sabe como resolver el asunto, va y se desace (mata) de uno de sus personajes y asunto resuelto…Sigue Manuel, se está poniendo interesante. Un placer leerte 🙂

    • Hola Marta: No no se trataba de un libro lo que iba a escribir; el personaje representan las ideas, que van y vuelven, que en ese momento no las quieres utilizar y les das «vacaciones» para en otro momento escribir. Cuando regresan hay un tiempo el que estás pensando como vas a desarrollar esa idea (por eso haces dibujos en el aire, porque estás intentando darle forma pra concretarla y plasmarla en el papel), y cuando las quieres utilizar… entonces se rebelan porque las ideas perteneces a otro mundo y las arrancas de él. Este relato estaba pensado así, no es el inicio de una novela. Gracias por tu comentario y, también es posible, hablando de otra cosa, que no tenga capaidad para escribir una novela, pero lo que es seguro es que no tengo ganas, pero nada de nada, meterme un año a escribir una historia, prefiero una idea… un escrito y así otra y otra y otra. Además que si me metiera a escribir una novela, no podría desconectar para escribir, cuentos, poemas, relatos, artículos, cortometrajes… o tocar la guitarra. ¿una novela?, por ahora ni lo intento. Un beso

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