La aldea y la comunicación verbal

(Cosas que pasan al cambiar de un día para otro de la ciudad al campo sin tener ni idea)

En la aldea en la que vivo hay siete casas, ni una más ni una menos, y cada una está separada de las otras como unos 30 metros con su terreno por la parte de atrás. Hasta aquí nada que no ocurra en otras partes de la Patagonia, Siberia o en el desierto del Gobi, por poner ejemplo cercanos.

Cuando me asenté en este microcosmo humano, si quería algo de mi vecina Maruja, pues salía de casa, iba a la suya, tocaba el timbre y le pedía sal, azúcar, pan…. qué te voy a contar, lo normal entre vecinos bien avenidos. Lo mismo hacía cuando iba a ver a Virtudes (colindante con Maruja); sin embargo, cuando mi convecino Gelito quería algo de mí, en medio del bucólico silencio entre pajarillos y otras aves campestres oía: «¡¡¡¡ Jisandeeeeeeee !!!!!». Y «¡¡¡¡ Jisandeeeeeeee !!!!» (o sea yo), salía de casa y según me acercaba a él, pues Gelito me comentaba cualquier cosa, que si iba a Oza y lo podía llevar en coche, que si sabía algo sobre el deshielo o que si tenía tabaco. Daba lo mismo que estuviera a 10, a 50 que a 100 metros, para Gelito soy y sigo siendo «¡¡¡¡ Jisandeeeeeeee !!!!» y de ahí no hay quien lo apee.

Poco a poco, en una adaptación súbita, rauda y veloz, impropia de , descubrí (sobre todo cuando llovía) que eso de salir de casa para pedir algo a Maruja o a Virtudes o para llamar a Gelito era pues, como un poco incómodo, así que como los que ajustan el sonido de las orquestas de las verbenas, comencé en voz alta a llamar «¡¡ Gelito !!» con dos admiraciones. Al no obtener respuesta volví a repetir «¡¡¡ Gelito !!!», pero con tres admiraciones.

La verdad que en principio tenía pensado, como los expertos en decibelios, empezar con: «Uno, dos, uno dos, uno, dos, probando»; pero pronto deseché esta idea porque como la mayoría de mis vecinos sufrieron la posguerra, pensé que no fuera a ser que creyeran que la aldea estaba militarizada, que volvían los tiempos del «mando y tente tieso» y que de un susto se me fueran la mitad para el otro barrio.

Entonces, pronunciado «Gelito» fui tanteando el volumen para que me oyeran, hasta que llegué a un «¡¡¡¡¡ Gelito !!!!!» con la friolera de cinco admiraciones y descubrí, que además de que Gelito está un poco sordo, que era el adecuado porque no solo contestó Gelito, sino también Virtudes, Maruja y Manolo, que este último está un poco más lejos, a unos 40 metros.

Como estoy viviendo una etapa totalmente novedosa, rozando el esoterismo, pude comprobar, por ejemplo, que los fines de semana, cuando la población se duplica (es decir que de 11 vecinos pasamos a 22) un «¡¡¡¡ Gelito !!!!» con 4 admiraciones no lo oyen los de la ciudad, quizás por estar afectados por la contaminación acústica y que es preciso un Gelito de entre 5 y 6 admiraciones; vamos todo un control si necesidad de sonómetro, que estamos como para gastos.

Yo no sé en que acabará todo esto (que repasando el texto es de admirar); de lo que sí me percato es que no salgo de casa, que últimamente hablo más por la ventana, a gritos, y que practicando y llegando a unas 44 admiraciones es posible que me oigan en Acapulco y que un día termine dándole una patada al móvil. Pero claro, como esto del saber y el escaso conocimiento que todavía le queda a mi única neurona me mata, recuerdo un refrán que dice: «El campo embrutece, envejece y envilece». Lo último lo veo difícil, porque creo firmemente que con ese primitivo don se nace; de lo segundo, si te soy sincero ni idea; pero de lo primero… de lo primero como que me da que voy por muy buen camino.

Acerca de manuelguisande

Periodista, escritor, conferenciante y desarrollador de proyectos creativos
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40 respuestas a La aldea y la comunicación verbal

  1. violeta zat dijo:

    tu historia me trae recuerdos de aldea, llamar a voces es cosa de aldea, gritar es de ciudad sin embargo. Un beso, Manuel

  2. Beatriz dijo:

    Cuando yo era niña,era costumbre, jugar en la calle. Y digo calle y no parque. Parques eran los jardines de Mendez Nuñez o el de la Marina. Y aunque mi abuela me llevaba con frecuencia a éstos, yo era habitual de la calle donde vivía. ¿los coches? Sí, pasaba alguno de vez en cuando y el primero que lo veia venir avisaba dando una voz ¡¡Un coche!! y toda la pandilla nos apartabamos para que el dichoso coche pasase y nos dejase seguir con nuestro juego. A la hora de comer,merendar o cenar las madres salian a la ventana y daban voces llamando a sus retoños para que regresasen al hogar. ¿Tiempos en los que la ciudad se parecía a la aldea? Así era la vida de una niña en La coruña hace 4o años. ¡Ay,que mayor me estoy haciendo!

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Beatriz: Yo viví en muchos pueblos: Tui, A Cañiza, Redondela… pero en mi época, en los pueblos, casi no había coches. Yo también me acuerdo de los gritos para merendar, chocolate Dolca y pan. Oye que los tiempo sigue siendo iguales, te das una vuelta por una aldea y en cuanto conozcas a alguien oirás. ¡¡¡¡¡¡¡¡ Beatrizzzzzzzzzzzzzzzz !!!!!!. Un beso

  3. PMM dijo:

    Sí, sí, ya veo que te vas aclimatando a la zona, que no digo que te estés embruteciendo ¿eh? pero no se te ocurra utilizar ese mismo sistema en la redacción.

    Además seguro que los aires del campo mejoran tu cutis.
    Y para ser vil, no hace falta irse a un pueblo.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola PMM: Si te digo la verdad, si mucha gente fuera como la de aquí, la de esta aldea, menos problemas había. La gente de pueblo es bastante más normal que la de la ciudad, sencilla. Lo de la vileza es el refrán, nada más. Y lo del cutis… pues aver qué pasa. Un beso

  4. Virtu dijo:

    El campo embrutece y si no, que se lo digan a mi madre.. que cuando yo tenía tres años decidió operarme de una hernia inguinal y nos fuimos a Coruña, a la consulta de un pediatra que le habían recomendado. Cuando entré en consulta, y según palabras de mi madre, fue como acorralar un toro miura. Así que imagínate cómo quedó la consulta…Total que el pediatra le dijo a mi madre: «llévese a la fiera, domestíquela y cuando lo haya hecho, vuelva con ella, que de ésta no se muere»
    Aquello debió herir el ego de mi madre que jamás volvió a pisar su consulta, y eso que consiguió «domesticarme», claro.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Virtu: Sí, me río yo también porque antes era muy típico oir eso de «hay que domesticarlo». No, si animaliños un poco éramos, pero que esperabas de un país un tanto atrasado y no como niños que no tienen sangre en las venas.

  5. Virtu dijo:

    Y cuando recién llegadas de Bilbao, las nietas “fisnas” de una vecina y las recibía a cañonazos de “bosta”?? Y me decían aquello de “¡pero qué brutiña é!” Y a mi que aquellas niñas me parecían tan repelentes… 😀
    ¡Qué bien me lo pasé en mi infancia, Dios mío! Embrutecida pero feliz

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Virtu: Sí, hombre, si embrutecerse de vez en cuando, a dosis, es sano. No hay como estar en la huerta, cansarte un poco y decir «Bueno, ya me ducharé por la noche». Que placer dar voces a Gelito para que te oiga. Hasta mejoras las cuerdas vocales y las consonantes. Un beso.

  6. emma dijo:

    Bueno, ese dicho también se lo aplican ahora a las madres que se quedan en casa a cuidar retoños, coinar y esas cosas ( una cuñada, que pasó una temporada así, le añadía: y te hace maniática)
    A Gelito lo imagino perfectamente, a tí bueno, me hace reir.
    Pero , exceptuando alguna casa de indianos, en mi aldea nunca ha habido ni timbres…a manporrazos en la puerta o a grito pelado.
    » fulanito!!!!!, ¿estabas durmindo a sesta?
    y no creas, en algunos barrios de Madrid, y de Vigo , se sigue llamando a los niños desde la ventana, menos, pero eso por las compus y consolas.
    embrutecer?, parvadas.
    abrazos.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Emma: ¿Embrutecer? pues ya me está entrando una duda de si esto es embrutecer o naturalidad propia de nuestro país porque tampoco es muy normal que a un niño que esté en la calle baje la madre para decirle: «Don Alfonsito, su merienda». Yo creo que donde haya un ¡¡¡¡¡¡ Alfonsitooooooooooooooooo !!!! que se quite todo. Un beso

  7. Coherente dijo:

    Yo creo que el campo alivia asperezas y pasa de lo políticamente correcto: se actúa «o sí, o sí». Mi padre, cuando me llama en alto, bien alto, parece que está llamando a una de las vacas del vecino (que no todas se llaman Marela o Pepa), con muchísimos signos de admiración (elevados a «n», cuando «n» es igual a infinito). Y no pasa nada. Disfrútalo Guisande.

    PS: Pili y Mili eran viejiñas y se fueron al cielo de las gallináceas (formato ciudad). Hemos acabado con Pili y Mili por el método tradicional, porque estaban viajaas (formato Bergondo).
    Guisande, mantente firme en no coger gallinas.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Coherente: En lo de las gallinas lo tengo claro que ni una, ni regalada, salvo que me la traigan ya en la cazuela, claro. Y sí, es muy sano eso de dar un grito a mi convecino Gelito y te contesten tres. La verdad que desde que me fui de la ciudad estoy superfeliz, no echo en falta nada. También es que yo me entretego con cualquier cosa. Ideo ceniceros, vasos…. mientras tengas la mente ocupada en tonterías, que es lo único que hago…. pues bien y si no la tienes ocupada y uermes…. pues mucho mejor. Un beso y espero que no vuelvas a tener otras Pili y Mili

  8. Coherente dijo:

    Una preguntiña… te afecta de forma intensa volver a la ciudad cada tanto tiempo?. Nosotros en casa lo llamamos «submundo», porque la de cambios que se efectúan entre excursión y excursión; si la angustia se apodera de tí, sólo hay que ir a El Corte Inglés y vuelves a terreno conocido, pero fuera, lo que se dice fuera, a mi me da miedito.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Coherente: Desde hace 8 meses que vivo en la aldea he ido a A Coruña unas cuatro veces y cada vez que voy deseo irme ya. Es curioso porque no es mucho tiempo pero noto mucho ruido de coches, mucha gente de aquí para allá, buscar sitio para aparcar… no sé en el futuro, que todos cambiamos, pero hoy por hoy no echo en falta nada, pero nada de nada la ciudad. Solo pensar en un hiper me da la mala. Un beso

  9. Becaria dijo:

    Yo, a diferencia de ti, vivo en el centro de una ciudad, y el otro día me pasó una cosa muy curiosa con mi vecina Laura, coruñesa también pero afencada en Lugo. Yo estaba en el salón de mi casa tranquilamente, que vivo en un primero, y oigo de fondo un Ana con, como mínimo, 9 admiraciones!!!!!!!!!
    Mi reacción fue salir a la ventana, ver a mi amiga Laura y, al igual que ella, ponerme a gritar: qué!!!! no ves que no estamos en la aldea???? y me di cuenta que si, que todos estos comportamientos se pegan, pero que al fin y al cabo son los que hacen entrañable a nuestra querida Galicia.

    Por cierto, ¿cuántas admiraciones usas cuando dices becaria en la redacción?jeje 🙂

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Becaria: Creo que los gritos y voces forman parte de nuestra cultura, de nuestra idiosincracia, ¿es posible que haya un gallego que no grite? No, imposible. Aquí un grito es un hola, un ejemplo de amistad, de confraternidad, y ya no te digo si se te escapa un ¡¡ ei carballeira !!, el acabose. En cuanti a ti, querida Becaría, no es porque te vayas el jueves, que te voy a echar de menos, sino que las admiraciones son de admirar porque los reportajes que hiciste estaban muy bien enfocados y escritos y yo, que no soy nada de decir las cosas de forma gratuita, sé que serás una excelente periodista. Siempre, un beso.

  10. Becaria dijo:

    Pues entonces te daré un par de euros para que lo andes comunicando por ahí.
    un saludo y gracias

  11. Alberto dijo:

    Mi suegro es de una aldea (en invierno viven 3 familias, contadas) del concejo de Ibias en Asturias, pero a pesar de ser prácticamente gallegos no se llaman a voces: de alguna manera, cuando te vas acercando al portón del patio de la casa ya saben que estás ahí, y cuando estás puño en alto a punto de aporrear ese mostrenco de puerta, ésta se empieza a abrir, estilo película de miedo, chirrido incluido.

    Una vez dentro de la casa, encuentras otra de las particularidades de esta aldea: primero te invitan a café, y en el mismo momento en que te llevas a los labios el último traguito te ofrecen una cerveza. Y es que esto nos ha pasado en dos de las tres casas…

    Con respecto al embrutecimiento: pues sí, en los pueblos la gente será menos refinada (concepto que a mí me parece como lo del huevo y la gallina: ¿son brutos los de pueblo, o es que definimos bruto como el que no cumple con nuestros estándares urbanitas?), pero esa sencillez no la encuentras en las ciudades. Yo soy animal de ciudad, nacido y crecido en ciudad, y me hacen falta el bullicio y las prisas. Pero de vez en cuando recuerdo la aldea de mi suegro y me dan ganas de irme lejos de la civilización para vivir tranquilo. En resumen, que te envidio, Guisande (envidia sana, eso sí).

    Un abrazo,
    Alberto

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Alberto: Pues sí que tiene que ser alucinante entrar en esas casas y que cuando acabas el café que te inviten a una cerveza ¿tendrás que preguntar que por qué esa costumbre y explicárnosla porque algún origen tendrá? Los refranes son solamente eso, refranes y nada más; pero lo que sí es cierto es que en los pueblos la gente es más sencilla, más habladora, se ayuda más porque se conoce… es otra película. En la ciudad te sientes más solo. Aquí, como quieras moverte siempre hay alguien que hace un churrasco, otro que va a un pueblo, a un recado, al monte a ver una leña que cortó no sé quien tiene que negociar, el veterinario que va a ver una vaca, otro que te ofrece no sé que para plantar, que si están pintando una puerta y entre brochazo y brochazo tomas una cerveza… como quieras, a veces te lías y haces más que en la ciudad. Un abrazo Alberto y recuerdos para Rocío.

  12. emma dijo:

    ah, totalmente de acuerdo, vamos hombre, embutecer embrutecen los horarios, los atascos, la mala leche, las envidias, las puñaladas traperas etc…., aunque todo sea muy urbanita y con ropa fashion 🙂
    tú sigue practicando ventana, hasta te lo agradeceran los pulmones (ésto se me acaba de ocurrir)
    por cierto, un olé a tus comentaristas. Tu blog , el ratito sonrisa, y lo que se aprende!
    abrazos.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Emma: Pues sí que la gente que entra en el blog es muy simpática y también te echas una sonrisa. A ver si Alberto nos explica porqué después del café te dan una cerveza, que me tiene intrigado. Y estoy contigo, la ciudad embrutece, pero embrutece el alma, que es bastante peor. Me alegro que te guste el blog. Un beso y sé buena por esos madriles.

  13. aal dijo:

    A mí me caen mal los pescadores de barquita desde los 11 años. Estaba un día en la playa de Cariño (antes ayto. de Ortigueira)papando moscas en la orilla. Entonces oigo: «¡¡¡ Jourdiño¡¡¡¡, ¡¡¡Jourdiño¡¡¡», más o menos con tres admiraciones, «a ver, ven botarlle unha mao á barca». Querían que les ayudara a tirar de la chalupa para dejarla varada. Vergüenza pasé dios mío; y no lo he superado aún. Todavía meto la barriga pa’dentro cuando veo a un pescador.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola aal: Pero, hombre, eso fue cuando tenías 11 años, que ahora ya estás talludito. Seguro que si das una vuelta por alguna villa marinera se te pasa. Bueno eres tú… anda. Un abrazo

  14. Anxo dijo:

    Hola, Guisande:

    Sí, en la aldea siempre se emplean voces más «altisonantes». Pero leyendo tu post me he percatado de que en el cuerpo del artículo no sólo has escrito varias admiraciones para expresar un determinado volumen acústico, sino que además están ¡en negrita!, lo cual denota mayor énfasis. Por eso deduzco que el nivel de decibelios en tu aldea debe ser de aúpa. Con razón sólo hay 11 vecinos 🙂

    Yo, que con el paso del tiempo he sufrido un proceso acelerado de urbanización (no porque sea más educado, sino por pasar de vivir de pueblo a ciudad, y ésta cada vez más grande), recuerdo que cuando iba a casa de mis abuelos con ocasión de alguna fiesta, me llamaba la atención el vozarrón que tenía un tío mío, que vive en un sitio pequeño. No porque fuese un animal vociferante, sino porque resonaba muy bien. Y después decía para mis adentros: ¡Jo, para mí querría una sonoridad como esa! Y mis adentros respondían: ¡Pues es lo que hay!

    El caso es, Ghisande (porque «Jisande» es una gheada demasiado fuerte, que no se corresponde con el atlas lingüístico del ILG para esa zona), que estas cosas de la aldea no me parecen propias de brutos o gente hecha «a monte», sino la adaptación al medio, y medio natural. Por eso pienso, con Violeta, que en la aldea no se grita, se emplea un elevado nivel de comunicación elevada. Y esto no tiene por qué ser malo, digo yo.

    • Manuel Guisande dijo:

      Hol a Anxo: Si esto es genial, no salir de casa y que te oigan; no es que sea bueno, es maravilloso. Embrutecerse es lo que le pasa a la gente de la ciudad, que va por la calle, no se ríe de nada y tiene la cara acartonada y el alma más dura que el adoquín, eso sí es embrutecerse. Lo de aquí… un placer, si lo sabré yo. Un fuerte abrazo.

  15. Ankami dijo:

    ¡¡¡¡¡Jisandeeeee!!!!!, estás que te sales

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Ankami: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Quuéeeeeeeeeeeeeeeeeee !!!!!!!!.¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Gracias !!!!!!!!!!!. Como creo que eres nueva, bienvenida y un beso.

  16. xogan dijo:

    gústame o teu blog. Eu son de pobo, incluso creo que avergoño os veciños polo emputecido que estou….

    A miña frase preferida de aldea é:
    Manoliño vai xogar a carretera que… (p.ex.) me doi a cabeza

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Xogan: Bienvenido al blog y espero recibir algún comentario más tuyo porque si te soy sincero creo que sin comentarios no escribiría. Sé que hay alguien ahí atrás como tú, que o viví en muchos pueblos y para mi es como si estuviera hablando contigo. Pues aquí la frase, y creo que en tda galicia es «´Home claro». Un abrazo

  17. Suyen Moreno dijo:

    «Yo no sé en que acabará todo esto (que repasando el texto es de admirar); de lo que sí me percato es que no salgo de casa, que últimamente hablo más por la ventana, a gritos, y que practicando y llegando a unas 44 admiraciones es posible que me oigan en Acapulco y que un día termine dándole una patada al móvil.»

    jajajajaja yo tambien, ahora solo paso en mi minilaptop 😛
    Me encanto mucho, como de manera sencilla planteaste el fenomeno que estamos experimentando, donde la comunicacion personal (cara a cara), ha sido sustituida por un medio no natural…desde esa pequena ventanita tenemos acceso a todo un mundo (que ahora parece ser una pequenisima aldea). Lo unico que me preocupa es que llegara un momento en el que podriamos perder el sentido de «ser humanos». Besos, y gracias por la reflexion. SUMO

    • Manuel Guisande dijo:

      Hola Suyen: Pero vamos a ver ¿dede cuándo me lees y haces ahora un comentario? Ya te vale, pero eso no se puede hacer, que está prohibido, que Guisandiño se pone contento con culaquier comentario… ay. Pues no creo que se pierda lo de «ser humano» me parece que no y creo que escribiendo se adelanta mucho, porque el asunto va de coco o a coco, de cerebro a cerebro, y cuando conozcas alguien con el que has chateado ya tienes mucho adelantado todo eso de ¿cómo te llamas, qué haces?…. Qué curre. Lo que sí puede ocurrir es que idealices a la persona, lo cual, por otra parte, está bien, porque así eres feliz, que al fin y al cabo, es de lo que se trata. Un fuerte abrazo y vente más por aquí, que es muy sencillo… bo

  18. Suyen Moreno dijo:

    Hoy te descubri en el muro de La Buena Prensa, y me resuloto interesante este articulo. Te mande una invitacion a Feceook. Un abrazo colega. SUMO

  19. Tranquilízate Manuel, que estás en el campo. Mira por la ventana. El cielo, los pájaros. Piensa ahora en coches, atascos, el metro. Cierra los ojos y respira Manuel, que te gustará pronto. Lo bueno gusta pronto y eso es bueno. En fin Manuel, me ha gustado tu historia.

    • Hola Lo dicho: Bienvenido al lo que siempre digo mi-tu-nuestro-blog y espero verete más por estos lares. Lo dicho, bienvenido y gracias por tu comentarios, que siempre anima a escribir. Un saludo

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