Hace unos veinte años, más menos, los periódicos eran muy distintos a los de ahora, sobre todo en su funcionamiento, pues no había los medios técnicos que existen en la actualidad, aunque últimamente parece que para lo que hay (casi todo se reduce a control C control V, cortar y pegar) pues joé con los cambios. Que va a llegar un día, que como el papel es reciclado, pues te vas a la rotativa, donde están las bobinas, y malo será que echándoles algún producto químico no te aparezca de la nada y sobreimpresionado un artículo desconocido de Benitiño Pérez Galdós o de vete tú a saber quién y al que lo único que le falta es un detalle para darle personalidad: mi firma y tira palante porque lo demás….
Y tú espera que alguien encuentre de verdad algo que realmente merezca la pena, que ya me veo yo a todos los periodistas patrios a tiros cogiendo bobinas y más bobina para llevarlas a casa y como los concurso esos de «rasca y gana», pero gana un premio Pulittzer, que encontré un artículo de un desconocido Armisomovich Distronovich que es la bomba.
Como decía, hace unos veinte años, los periódicos, al menos en los que trabajé (unos cinco) eran diferentes, no solían tener una plantilla de fotógrafos, eran colaboradores, aficionados o empleados de tiendas que se dedicaban a bodas, bautizos y comuniones y que llegaban a un acuerdo con las empresas editoriales.
Lo malo que ocurría era que cuando la tienda cerraba sus puertas al público, el fotógrafo también terminaba su jornada laboral y para casa, ni comercio ni diario. Total, que sobre las ocho y media de la tarde estabas más que colgado, se enviaban los carretes a una empresa para revelar y si necesitabas a un amante del diafragma por algún imprevisto como un suceso importante, pues entonces lo llamabas a su casa y le pedías el favor de ir a cubrir la información.
Recuerdo que en uno de los diarios en los que trabajé había uno fotero especial. Delgado, alto, tez pálida, cadavérica, y lo más antiperiodístico que te podías echar a la cara, tanto que lo primero que te decía no era adónde había que ir, sino (y no fallaba), sus primeras palabras eran: «Pues ya estaba yo en cama….». «¿En cama, si solo son las 10?», pensabas. Y antes de que pudieras decir nada, doblaba el espinazo hacia un lado, estiraba el brazo hasta el dobladillo del pantalón, lo levantaba y te decía: «Ves, ya estaba en pijama».
Yo, la verdad, estaba empezando en esto del periodismo, tendría 23 o 24 años, pero con el tiempo llegué a dudar de si no sería más noticia todos los tipos de pijamas que vi (¡¡¡ Y qué pijamas !!!), que el suceso que teníamos que cubrir. De las noticias que hice con él no recuerdo mucho, pero de sus pijamas….
Al final, después de ir a lugar del hecho, te despedías, tú seguías trabajando (y no exagero) hasta las cuatro de la mañana y cuando salías del periódico, la verdad que en vez de vivir en una ciudad de 200.000 o 300.000 habitantes estabas en una de 500; los 500 colgados que a esa hora había en la calle: marineros borrachos, policías aburridos, periodistas y prostitutas, que eran las que estaban más despiertas. Vamos, el mejor ambiente y el más edificante para educarte con 23 o 24 años, que no sé ni como estoy vivo, aunque deduzco de donde viene mi tara.
Y al día siguiente, a las 11 de la mañana, volvías a la batalla, a la Redacción, haciendo llamadas y más llamadas de teléfono, consultando algún diccionario, una enciclopedia, otros periódicos… todo menos Internet, porque el único Internet que había en esa época era internarte en la vida misma, en la calle, con gente de todo tipo y buscar toda clase de noticias.
Así, con esta vida tan singular me ocurrió que en una ocasión entrevisté a un delincuente que había sido detenido en cien ocasiones y como lo que íbamos a hablar pues no era como para que lo oyera alguien, lo llevé en mi coche (gran error) a las afueras de la ciudad. Me imagino de lo que charlamos, aunque ahora mismo no recuerdo; pero lo que no olvido es que el tipo se quedó con la marca y la matrícula de mi Mini y en una semana me lo robó tres veces hasta que lo llamé por teléfono y le expliqué que en A Coruña había muchos turismos, hermosos y más potente y que, sin embargo, solo había una cárcel. Lo comprendió
Pero siguiendo con el tema fotográfico, que se me va la olla. Para no molestar en aquella época a los fotógrafos / tenderos, cuando a la Redacción llegaba un entrevistado fuera de plazo (el horario de la tienda fotográfica), la solución más inmediata era llevar al individuo al fotomatón. Y el problema no era acompañarlo a esa cabina de los horrores (que para disimular le decías que los fotógrafos estaban muy ocupados) sino que como en la entrevista ya habías hablado con él de hasta la vida de los simios, del mundo material e inmaterial, de lo visible e invisible, lo que era una auténtica tortura era esperar cinco minutos a que saliera la ristra de fotos y dos más para que se secara.
Y mientras fingías que te interesaba lo que decía, tú ya estabas pensando cómo acabar la noticia del delegado del Gobierno con el que habías hablado por la mañana, el presidente de la asociación de vecinos de no sé dónde por la tarde, o del chalado que decía haber inventado el helado caliente. Y así día a día, entre fotógrafos y fotomatones, buscando noticias, jugándote la vida en sucesos, como cuando un delincuente me dijo que si era periodista y si publicaba algo «te rajo», y lo más curioso, que hasta ese punto llegaba tu inconsciencia, que ni caso, que lo de «rajo» a lo más que te sonaba era a raxo porque había horas en la noche que tenías un hambre….
Pero como digo, eso era antes, cuando entrabas en los hospitales y cogías una bata de enfermero para entrevistar a uno que le dieron un navajazo o una paliza y que estaba en la habitación 506 o 424, o acceder la UCI donde una vez estuve hablando con un paisano que parecía que no le importaba morir con tal de decir quién le había pegado un tiro mientras oías el «pi, pi, pi» de la máquina esa que te dice que estas vivo, pero yo… como que lo veía que no. Eso, muy distinto ahora. ¿Ahora?, pues ahora, salvo excepciones, Señor Google (control C, control V) y un toque de personalidad: mi firma. Joé con la tecnología.
Mira,¡que si,que era un royo,lo de ahora es tan descafeinado..lo de recuperar los artículos de no se quién,pues,mira,no está nada mal así veriamos como utilizaban los verbos.¿No te parece?,claro que para eso están la hemerotecas.
Lo que me parece muy guay , es lo que se cuece con las sicofonias,te aseguro que si sé que captan la voz de Cristo pronunciando el sermón de las bienaventuranzas…ese dia me quedo sin dormir…aunque me tiemble el esqueleto…
Hola Carmen: No es que se recuperen los artículos y tampoco digo que lo hagan todos los periodistas, pero lo que no se puede hacer es entrar en Internet y coger la información solo y ya cres que lo tienes todo. No. Hay que hablar con los especialistas porque en Internet hay mucha basura. Bueno a mí lo de las sicofonías con cuatro niños y tanto idioma en mi casa me supera, oigo una voz más y la mato. Gracias por tu comentario.
Antes el periodismo se asemejaba más a un deporte de riesgo que a una profesión en sí, hoy en día y parece ser, que gracias a internet, es más bien una partida de tute (o más bien al solitario), salvo raras excepciones, claro.
Saludos.
Hola Virtu: Es que antes piensa que además de no haber Internet no había móviles. Ibas andando de un sitio a otro, estabas más en la calle. Fíjate si ha cambiado que antes incluso no se hacían entrevista por teléfono porque estaba como mal visto. Se estaba más en la calle, conocías a gente y con el trato te enterabas de más noticias. Yo estuv en sucesos y te ibas a Penamoa y te arriesgabas mucho. Si le pegan a un policía… imagínate a un periodista que de vez en cuando sacaba una información de drogas de alguno de los clanes de allí… era muy distinto. Pero también ahora hay muy buenos periodistas. En La Voz de Galicia conozco a muchos que sé que hablan con la gente, que se mueven. Tienen la ventaja de la tecnología, de los móviles, de Internet, de skype, pero hacen muy buen periodismo, incluso quizás más completo que nosotros porque con la tecnología contactas con más gente pronto, rápido. Quizás no vivan las experiencias que vivíamos nosotros porque el trato personal es muy distinto que por teléfono. Son épocas de periodismo distinto. A nostros aún nos tocó los flecos de un periodismo bucólico y fue muy bonito. Por eso sé tantas anécdotas, porque nos pasábamos mucho tiempo en la calle y en la calle siempre pasan cosas, te cuentan.. También la gente estaba más dispuesta a hablar, no estaban los de la prensa rosa (el cáncer del periodismo actual) y hoy creen que somos como ellos, que dicen «presunto» y creen que con decir eso ya se pueden inventar todo. Falta de profesionalidad total, como esa que trabaja en Hola que presume de sus exclusivas ¿qué tipo de exclusiva es que tu periódico pague un pastón y tu hagas una entrevista? Exclusiva es que ocurra una cosa y todos vayan a conseguir la información con los mismos medios, cerebro, intuición, bolígrafo y contactos, pero no con un cheque por delante. O como la niña esa que se pone de los nervios, Patiño, que es como las que adivina el futuro que preguntan obviedades para que la gente diga sí. Por ejemplo, dice, «pero en la pareja hay discusiones», y qué pareja no hay. Y entonces una obviedad la ponen a la altura de noticia. Unos petardos, te lo digo yo. De esa fauna se salva el Mariñas, que además de ser más comedido es simpático, pero todos, todos ellos es el cáncer de esta profesión. Si serían épocas distintas que cuando yo empecé no había televisiones privadas… y podría segur escribiendo hasta que Google me dijera, «tío, para que el sistema se queda sin memoria». Un beso
¡Mr. Guisande ha vuelto (de su gripe) con renovadas energias!. Me alegro
Tu toque personal, no es solo tu firma G. Es tu forma de cotarnos las cosas.
Us saludo
Hola Bea: Aún estoy un poco mal pero la cosa va bastante mejor. Era un artículo que tenía en reserva. Aún no tengo, digamos mucho humor para escribir. ¿De verdad crees que escribo de una forma muy distinta? Yo creo que eres muy buena y que me aprecias mucho. Un beso.
Pues digo yo, que no soy nadie, que en el punto medio estará la perfección ¿no? Ojalá en aquellas épocas hubieras tenido más ayuda tecnológica, y ojalá que ahora en vez de darle tanto al corta y pega, la gente investigara un poco más. Por cierto tampoco estaría de más que alguno además de los verbos, revisara el uso correcto de las comas, porque ¡si yo te contara!
Hola PMM: Es como en todas las profesiones, hay de todo, algunos (por fortuna poco) más que el problema de «comas» es que son punto y aparte. Lo que sí noto es que en general, pero eso ocurre hoy en todos los ámbitos, hay menos vocación. Y el periodismo es de mucha vocación. La clave del periodismo es curiosidad y vocación. Esto no es una profesión, es un oficio. Hay muchas cosas que son cualidades: la idea de un reportaje, la forma de escribir, la facilidad para empatarte con la gente y tener contactos, el ser legal, la intuición… todo eso no lo da una carrera. Es más la carrera de Periodismo sobra, carece de sentido. Esto lo dije en un encuentro de Universidad Internacional Menéndez Pelayo (creo que era esa) y no me volvieron a invitar, vamos como que me importa. Pero lo curioso que después del encuentro, tomando un café, muchos de los ponentes estab de acuerdo; pero claro, como viven de la facultad…. pierden facultades. Es como si para pintar solamente pudieran hacerlo lo que estudian Bellas Artes o que para hacer reír hubiera una Escuela de Humor o para hacer llora a la Escuela del Sollozo… absurdo. Un beso
Hoy me acordé de este post en la redacción. Cuando me preguntaron sobre una frase que había puesto en la noticia, respondí: «es que el teletipo dice que…». Y a medida que continuaba la frase, mi cabeza me gritaba ¡no, no, no! Menuda con el señor Google. Un saludo
Hola Lucía: Sí, supongo que descubriste que Señor Google no siempre es verdad. De todos modos, debe ser la sinusitis, que de la nariz puede pasar al cerebro, pero no entiendo; pero eso es normal te lo digo yo, que no me conozco. Espero ampliaciones a tu idea. Con cariño, siempre, Guisande. Por cierto, estoy recuperado casi totalmente pero a base de un tratamiento muy fuerte, según mi médico de Oza, Félix Pacheco, que es un fenómeno que está con los pacientes el tiempo que sea necesario, no como en A Coruña, que te miran un minuto. Un beso.
Guisande, cierto que te tengo aprecio, pero «el querer no quita el conocimiento». Tu forma de contar las cosas no es igual a la del resto. Eso es lo que te hace especial para mi y ,creo, para el resto de los que te seguimos.
¿Tienes mas joyas como ésta en la recamara? Si es así sueltanoslas hombre. Yo entro todos los días a ver que ha escrito hoy Mr. G y cuando no hay nada nuevo………a seguir esperando, ainsssss
Cuidate mucho y ponte bueno pronto
Hola Beatriz: Ya voy mejor. No me duele la cabeza, no tengo fiebre, un poco congestionada la nariz, pero , claro, tengo una napia que el asunto es «gravísimo». Mucho mejor. Pasado mañana voy al médico. Te contaré que la gente que me conoce dice que escribo muy parecido a como hablo porque siempre le estoy sacando punta a todo en plan de broma. Es una forma de ser. Me dicen una cosa y pienso otra, no siempre claro porque sino sería insoportable. Sobre temas periodísticos tengo algunas. Lo curioso es que yo creo que a veces la gente debe decir «¿Y este tío como sabe tantas?». Pues es muy sencillo: Cuando trabajé en la sección de Local te pasabas mucho tiempo en la calle y ahí veías, vivías y te contaban de todo. Después también ocurre que me gusta mucho ver las cosas desde otra óptica. No es que me guste, es que soy así y las veo, qué le voy a hacer. La verdad es que se puede escribir de tantas cosas y, al cambiar de la ciudad al campo, hay tantas cosas distintas…. es casi como ver y describir. Aunque viví en varios pueblos de España, y luego en San Sebastián y ahora en A Coruña, la gente del pueblo es distinta. Aquí la clave es ir al bar reirte o que vengan a tu casa y seguir riendo. No hay malos rollos, excepto historias de lindes que ese es otro cantar. Bueno te dejo que voy a comer. Un beso y gracias por tu comentario que, cuando estás enfermo, se agradecen mucho. Un beso gran Beatriz
Tremendo MINI, que buenos recuerdos, ¿ a donde habrá ido ?……
AMBOLO AMUI
Hola Julio: ¿Te acuerdas del Mini? De color azul con la capota blanca… fue mi primer coche y cuando iba a hacer un suceso y ponían las vallas para que no entrara nadie, las ponían un poco separadas y mi coche entraba. El día del petrolero contra la Torre de Hércules llegué hasta los pies de la Torre y la Policía no se lo creía, decía que había movido las vllas y les dije que no, que ni las toqué. Luego, en plan ya de broma, a la vuelta se lo demostré, la verdad es que pasaba casi raspando. Gracias por tu comentario y un saludo
ahora, al leer esto, me viene una imagen tuya a la cabeza con tu pitillo mal liado en la boca, medio apagado y con una forma curva descendente un tanto FOFO mientras escribes con cara de «que coño me importa a mi lo que está contando este tío..»
Por tanto, te prefiero aqui, en la redacción, que por lo menos me cuentas tus batallitas que tanto me entretienen, como aquellas de cuando jugabas al ping pong…
un saludito 🙂
Hola Becaria: Lo del pitillo lo entiendo, es que lío bastante mal, excepto a la gente. ¿Y te refieres a cuando alguien habla conmigo, que pienso eso eso? Pues siento defraudarte, no pienso en nada, levito. Qué bonito debe ser pensar…. ¿verdad?. ¿Me prefieres en la Redacción, ahora me echas de menos, quieres que te cuente aventuras? Sí ya te lo pensaba yo, se va a acordar de mí, que eres una petarda. Lo malo, es lo que siempre me mata, es que eres una pequeñaja como mi hija (bueno, unos años más) y me atacas en el plan sentimental, que es mi debilidad. Pues NO. A hacer un reportaje y déjate de rollos. ¡¡¡ UN REPORTAJE !!! Dios, cuanto más jóvenes más locos. Anda, un beso y duerme ya de una vez. «Porqué te caerá bien la gente. ¡ Ay!, estas chiquillas…»