Lo de la horticultura es una historia y más para los que siempre hemos vivido pegados al asfalto, que lo más cercano del verde de la campiña es el color del disco del semáforo. Pero como esto de las reacciones humanas son imprevisibles, un día, en la aldea que pasaba los fines de semana, decidí asentarme con mi familia, olvidarme de la ciudad y de los pasos de cebra y otros animales.
Como en el campo se pueden hacer tantas cosas (eso dicen y es cierto), decidí no hacer nada, para evitar el estrés, excepto una pequeña huerta. Para ello empecé haciendo un riego (en el argot, riejo) y, a los tres metros de haberlo comenzado, ya decidí beber un vaso de agua, pues no podía con el sacho.
Ante la situación límite en que me encontraba, mis queridos convecinos (11 para ser más exactos) trajeron un pequeño tractor y en menos que canta un gallo levantaron la tierra e hicieron veinte surcos, lo que yo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, tardaría entre tres y cuatro años, amén de dolores lumbares de por vida y otras menudencias que precisarían atención farmacológica.
Así que, con los susodichos riejos ya hechos, planté repollos, patatas, cebollas y lechugas, siguiendo en todo momento las instrucciones de mis vecinos que me explicaban cómo tenía que hacer, los cuidados que requiere la tierra, a la vez que me animaban diciéndome que no fuera «pregiceiro», que al cambio es vago.
Yo no sé si porque venía de la ciudad, o porque soy periodista y hay una idea muy generalizada de que sabemos de todo (cuando la realidad es que no sabemos de nada), el caso es que un día se me acercó un paisano, que cuando comenzaba a anochecer solía pasar por delante de mi huerta para ir a su casa, y al que había visto muchas veces mientras regaba mi edén, en invierno, casi siempre a oscuras, con un cubo de agua (ahora ya tengo manguera), e iluminado por una linternita, que así estaba yo de preparado para esto.
Se aproximó con cierto misterio y me comentó: «Mire -dijo muy respetuosamente- como usted es periodista y sabe mucho ¿por qué riega las lechugas tan de noche, es que así crecen mejor? Se lo digo -continuó el buen hombre- porque aquí, en las aldeas, usted ya sabe, hay muchas cosas que no sabemos y en la ciudad…>.
Si yo me quedé sorprendido, más debió quedarse él cuando dije: «¿De noche? ¡¡Ah, sí!!, es que llego tarde a casa y es el único momento que tengo para regarlas». Se despidió y creo que para siempre, desde entonces nunca más lo volví a ver.
Muy bueno Manuel, muy bueno. Me he reido a carcajadas.
Pero como se te ocurre a ti, tan sabio, decirle la verdad al pobre hombre.La próxima vez, disimula hombre, que es lo que toca, que tienes carrera.
Por cierto, ¿y las lechugas? qué tal?
Un saludo
Hola querida Becaría:
Está más que claro que todo lo que te enseño no lo aprendes, por lo cual voy a tomar otras medidas más drásticas. ¿Pero cuántas veces te dice que escribieras en un folio: Guisande es un santo, Guisande es un santo?. Mañana hablamos; perdón, hablo, porque tú…… Un beso.
Hola Beatriz:
Sí es lo que digo siempre, que me mata la sinceridad, me mata, pero…. ahora que lo dices ¿habré matado sin queres a mi vecino? Un beso.
Hola Don Manuel Guisande (porque no recuerdo los demás nombres)
Le escribo desde la redacción que hoy disfruta de su ausencia.
Solo quería decirle un par de cosas:
1- ha publicado sin mi previo consentimiento y
2- no querría yo verle aqui después de haber INTENTADO hacer 20 agujeros para cultivar cosas, que si ya limpiando el coche queda 10 días con la espalda fastidiada, con lo de la huerta no le quiero decir yo nada!!
Atentamente, su becaria 😉
P.D. no sabía su vecino a quién le preguntaba….jeje
Hola, Manuel.
Por lo que veo de noche no sólo riegas. También escribes los posts a esas horas noctámbulas. ¡Dios mío, éste está publicado a las 0:26h! Y no me digas que lo haces para respetar el descanso dominical (técnicamente a esa hora era ya lunes), que no cuela. Seguro que hoy llegaste a la redacción con unas grandes ojeras, cara de sueño, musitando los buenos días, y le dijiste a tu jefe: Ná, otra vez me quedé hasta tarde trabajando en un artículo que va a ser la leche. Premio «Púlicher», seguro :D.
Cúidate, hombre, que entre el sacho, el riego y el blog tu salud se va a quebrantar y vas a tener que ir al médico, y todos sabemos lo que te va a recetar: IBUPROFENO a granel.
Hola Anxo:
No hombre no. La hora que aparece es cuando lo publicas, porque puesdes escribirlo a las 11 de la mañana y luego a las 12 de la noche, le das un botón y…. alá vai. Vas escribiendo y de vez en cuando vas publicando. No escribes, cada día, siempre guardas uno o dos, para no agobiarte y siempre surgen cosas en el día o recuerdos y… pues escribes. Gracias por tu comentario. Me voy a matar yo ahora…………….
Qué gracia, eso mismo, dar consejos a los de Vigo, hacía mi abuelo cuando emigramos de OU y yo era niña; por ser barrio medio céntrico, pero lleno de huertas(Vigo creció tan a lo loco que es así) Ni idea si encontró periodistas, pero no creo que le importase; con su bastón le decía que no sabían trabajar la tierra, pero acababan muy amigos .Andaba siempre de paseo, con su bastón , dándole palique a los vecinos con huerta.
(El post de abjo está expuesto en mi trabajo, y si paso poco, es por el mucho trabajo)
hugs!
Hola Emma:
Pues si eso hacía tu abuelo es que era muy buena persona, como las de aquí, que siempre te dicen lo que tienes que hacer y se lo agradezco mucho. Gracias por tu comentario.
Doy fe de tus labores hortícolas, tengo fotos que confirman que Manolo Guisande ha realizado algún trabajo físico en su vida! Y es más, no sólo riega las lechugas por la noche, sino que también se pone a regar…cuando está lloviendo!!! Tal vez la combinación del agua de la traída y la de lluvia hace germinar repollos de record jinness? Xa me dirás, Manolo. Saludos cordiales.
Hola Javi:
Yo tengo más que fotos, recuerdos sobre mis hombros de trabajos muy duros para lo delgadillo que soy. Y lo regar es cierto y y lo de regando y mientras llueve….. Unas gotillas que cayeron y nada más. Por cierto envíame la foto. Gracias por tu comentario. Bueno, gracias por decir algo, claro…..sí, tú sigue así, haciendo amigos. Un abrazo
Guisande neno, para ser un buen labriego no hace falta saber sachar, ni saber cuando se plantan o riegan las lechugas. Para ser un buen labriego basta con llevar permanentemente un pitillo liado en la boca. Y en esto no te gana ni quisque: eres el Bogart labriego.
Por cierto rapaz, de toda la vida de Cristo las patatas no se plantan: póñense.
Hola Aal:
Me ha hecho mucha gracia eso del Bogart labriego. Estoy convencido que mis amigos bloglectores son de lo más ingeniosos que hay. Y os animo a que digáis sin miedo y rubor lo que queráis. ¿Pero no véis mi ejemplo de insensatez?. Estoy contigo, un pitillo y se es de liar……Gracias por tu comentario.
Efectivamente Sr. Guisande como muy bien dice Aal las patatas no se plantan «póñense» y a la hora de recogerlas… «cacheanse».
Recuerdo cuando yo era rapáz, bueno, todavía lo soy, un primo mío, nacido en la urbe fue con mi madre, si, si, mi madre y un servidor a «cachear» patatas y al llegar a casa le faltó tiempo para decirle a su madre, a la suya, «Mamá, fui con la tía, escarbamos en la arena y encontramos patatas» seguramente pensó que la arena de Samil no era tan productiva como la de la aldea.
Doy fe que el pitillo era de liar y a estas alturas habrá contaminado un poco mas la atmósfera y los pulmones de Guisande, pero para eso ya tiene el remedio… Ibuprofeno…
Hola Antón:
Ya me imagino al pobre chaval tratando de buscar patatas en la arena de Samil y a discurrir qué ocurría al no encontralas, que así comienza los pensamientos más profundos de la vida. Seguro que se dice «poñénse» y «cachear». Reconozco que me falta vocabulario, pero es que aún no llevo un año. Tú espera un poco y cuando me veas todo hercúleo ya me dirás. Sí, el cigarrillo era de liar. Gracias por tu comentario y por recomendarme, si enfermo, Iboprufeno.
Hola, Manuel. Tienes una forma muy hermosa de poner en tus escritos frases que hacen nacer sonrisas y recuerdos acomodados en el fondo, pero muy en el fondo de algunos de tus lectores, en este caso a mí y te agradezco que los hayas hecho surgir. Espero que disfrutes tus lechugas, lo mereces.
Candance
Hola Candance:
Siempre me alegro que alguno de los bloglectores al leer algo que escriba le traiga buenos recuerdos. Como digo muchas veces es lo único que pretendo. Nada, pero nada más. Gracias por tu comentario.
Candance, disculpa el lugar y el modo, pero estoviy buscando a una mujer llamada igual que tu, que vive o vivía en Vigo. Tu vives allí?
Hola Hector: A ver si hay suerte. Si no te contesta envíame un correo personal, que podré contactar con Candance la próxima semana porque estoy de vacaciones. Un abrazo.
Bueno Guisandiño no te preocupes por el vocabulario que para eso estamos los de la aldea para enseñarte.
Mira, si alguien del lugar viene a decirte que fulanito se murió, tienes que decirle: «Bueno, pos que Diolo descanse» así, Diolo. Y si luego añades «que lle vas facer», eso puntúa total tío.
Hola aal:
¿Diolo? Ya me explicarás, pero te tomo como lingüista rural. Sí, ya dije alguna vez que lle vas facer y como que crecen mejor las lechugas ¿serán las meigas?. Gracias por tu comentario.
Cuando te refieres al riego ¿Que quieres decir exactamente?
Entiendo que es el surco, pero te juro que no lo había oído jamás, y por mas que trato de informarme, no lo encuentro por ninguna parte, Además en gallego decimos «rejo» y no «riejo» al menos yo nunca lo había escuchado. Un saludo.
Hola María: Sí, lo del surco; pero aquí dicen de todo: rejo riejo, avenida principal, autopista peaje…. va todo junto en ese canalón o canelón, que también creo que vale 😉
Muchas gracias, y a seguir escribiendo así, que con los tiempos que corren falta nos hacen unas risas.
Maria Jesús: Pues de vez en cuando seguiremos escribiendo 😉
hola»»» pues bien creo estoy frita me he enamorado de un marroquí soy mexicana y mira que ya es un verdadero relajo esto y ya queremos estar juntos pero el dinero y el miedo no han deja espero me valla mejor que a ti .