¡Ay!, esos niños

Los niños no sabemos lo que piensan y, en ocasiones, es mejor no saberlo para no sufrir alteraciones coronarias. Un buen amigo, Gonzalo Pintos Moreu, que trabaja en la Televisión de Galicia como realizador en el programa banda curta, había sido padre por segunda vez y estaba supercontento con la nueva criatura.

Con el paso de los días comprobó que su otra hija, Laura, que entonces tendría unos tres años, no le prestaba mucha atención a su nuevo hermanito, pero tampoco le dio mucha importancia. Así siguieron pasando las semanas y, mientras el retoño Gonzalito se zampaba a diestro y siniestro los biberones, Laura solamente se acercaba de vez en cuando a la cunita, se ponía de puntillas, miraba por encima de la barandilla y luego se iba.

Un día, Gonzalo tuvo que llevar al bebé al médico por una de esas miles de cosas que le ocurren a los recién nacidos, que si una tos, que si lloran y no se sabe por qué es, que si una cogestión en la nariz, que si una fiebre que no baja… Así que lo cogió en brazos y le dijo a su hija que lo acompañara para que no diera la lata en casa. Iban los tres tranquilamente por el pasillo cuando, al bajar las escaleras, Laura, mirando fijamente a mi amigo, le dijo mientras el bebé no paraba de sollozar: «Papá, y si lo tiramos…». Ahora, gracias a Dios, y a que mi amigo no hizo caso, los dos pequeños se llevan muy bien.

Acerca de manuelguisande

Periodista, escritor, conferenciante y desarrollador de proyectos creativos
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2 respuestas a ¡Ay!, esos niños

  1. Puri Sánchez dijo:

    Y menos mal que no hizo caso. Yo tengo una sobrina que es la leche. Estaba yo de visita en casa de mi hermano y mi cuñada se estaba quejando que su marido no iba con ella a ninguna parte y que siempre le contestaba que tenía que trabajar, teniendo una boda en ciernes en Ourense mi cuñada, como siempre, le pregunta a mi hermano si va a ir con ella y como siempre él le responde que tiene que trabajar, y entonces le dice a su hija: Paulita vamos a tener que ir tú y yo solas a la boda. La niña (4 años) pone un dedo a la altura de la mejilla, levanta las cejas y le responde a la madre: ¡Uhmmmm, pues no voy a poder ir, que tengo que trabajar!. Y es que los niños son mucho.

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