Yo no sé usted pero, personalmente, no aguanto ya más documentales sobre el ñu, y cerca de él, a muy poca distancia, está el petardo ese del oso cogiendo salmones con su zarpa, que me tiene harto; pero lo del ñu, la verdad, me supera y no exagero si le digo que conozco mejor la vida de este tipo que la de mis hijas.
Para la mayoría de la gente la vida suele estar marcada por ciertos acontecimientos o recuerdos: una canción de cuando eras joven o te enamoraste, una película que te impresionó por el argumento, o porque era muy diferente, el primer coche que compraste y que te hizo mucha ilusión y, si eres de A Coruña, el penalti que falló Djukic; vamos, lo normal, pero que tu vida esté marcada por el condenado antílope africano…
Estoy en casa, enciendo el televisor y raro es el mes que el ñu no entra en mi salón. He visto tantas veces los documentales del ñu que estoy convencido de que se trata de los mismos ñus y del mismo cocodrilo. Yo ya me sé de memoria que el ñu vive en África, que cuando las hembras está fecundadas se unen en grupos formando una riada de individuos hasta llegar a los pastos del lago Victoria o del cráter de Ngorongoro y que esto ocurre en el mes de junio; o sea, dentro de unos días.
Sé que antes de llegar al Ngrongoro tendrán que pasar por un río infestado de cocodrilos y que uno de estos reptiles se comerá un par de ellos. Por saber de este bicho sé que alcanza una velocidad de 80 kilómetros, los más rápidos, unos 60 los más lentos, y que en el Parque Nacional de Serengueti, en Tanzania (que a mí como si es Mónaco), hay más de un millón de ejemplares.
¿Y usted cree que esto me interesa?, en absoluto, me da lo mismo el ñu que la vida de una gaviota; pero son ya tantos años viendo al ñu que al final me lo sé todo. Bueno, todo no, porque lo único que no entiendo, sabiendo el trágico final de algunos ñus al pasar el río, por qué no le ponen un condenado puentecillo. No lo entiendo.
Como siempre una gran vision de este el mundo que nos ha tocado en suerte. Sigue asi este camino que has tomado «al fondo a la derecha», es ameno, cordial, y nada aburrido. Ya que se tratan temas del dia a dia que nos pueden pasar a todos y que nos hacen recordar acciones pasadas semejantes, que nos han ocurrido a nosotros mismos y nos sacan esa sonrrisa que tanta falta nos hace. Un saludo y por ahi vas bien.
¿Y aún no les has puesto nombre? Porque por lo que veo ya son como de la familia. Yo creo que vas a tener que ir tú a ponerles el dichoso puente.